El milagro del corazón de atole
Cuentan que el 25 de diciembre de 1924, en la entonces cárcel municipal, durante un desayuno que les sirvió a los presos para celebrar la primera comunión de algunos niños, se le derramó la taza de atole al infante José Guadalupe Hernández. Para que no lo regañaran invocó al Sagrado Corazón de Jesús y fue entonces cuando el atole se coaguló tomando la forma de un corazón perfectamente anatómico.
El mantel fue llevado a los padres jesuitas que se encontraban en el Santuario de Guadalupe, y posteriormente al obispo Emeterio Valverde y Tellez, a quien se le informó de lo ocurrido. El obispo ordenó que en un cuadro especial se colocara en el salón de juntas del santuario, alejado del público pues la iglesia no permitía el culto al corazón solo, sino a la figura de Cristo.
Muchos milagros se atribuyeron a la imagen grabada, la cual después de varios análisis, comprobaron la autenticidad. Era un verdadero corazón humano, según decían los médicos, con todas las venas y órganos con los que este se compone. Así, el 13 de febrero de 1931, se levantaron las actas, y el prelado las envió a Roma, del cual tuvo conocimiento el Papa Pio XI.
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