El fantasma Juantxo del Museo de Navarra
Ocho, cuatro, ocho, cuatro, dos, seis, cuatro, nueve, dos. El teléfono del Museo de Navarra suena. Al tercer tono, la directora del centro responde. “¿Está por ahí el fantasma Juantxo?”. Sin sorprenderse por la cuestión, Mercedes Jover contesta: “Aunque es un ser muy querido aquí, desde lo de la cucharilla no tenemos noticias de él”. Sus recuerdos navegan entonces hasta los misteriosos sucesos que tuvieron lugar en el museo pamplonés en 1990.
La madrugada del 25 de noviembre de aquel año, las alarmas sonaron en la cuarta planta del edificio, antiguo hospital de peregrinos. Allí, los vigilantes de seguridad asistieron a la coreografía que protagonizó la cucharilla con la que acababan de comer un yogur. “Los empleados aseguraron que el cubierto saltaba frente a ellos sin que nadie lo manejase. De hecho, así consta en el parte de incidencias de aquel día…”. Pi, pi, pi. Entonces, la llamada se corta. Mercedes retoma la conversación y bromea: “Ahí tienes a Juantxo, ha oído que estábamos hablando de él y parece que no le gusta”.
Durante la noche del 26 de noviembre, al amanecer, uno de los vigilantes se percató de que uno de los cuadros colgados en el primer rellano de las escaleras del edificio, «estaba descolgado» y colocado junto a la puerta. El trabajador decidió dejarlo en el suelo y, cuando volvió a pasar, observó que el cuadro volvía a estar colgado en su sitio. A los pocos minutos, «escuchó cómo unos pasos subían hacia el taller de restauración al mismo tiempo que oía un silbido».
Pero el famoso espectro pamplonés, ‘empadronado’ en el número 47 de la Cuesta de Santo Domingo, no vive solo en la Comunidad foral. Sus paisanos de ultratumba deambulan a sus anchas por el anecdotario navarro: residen en los castillos medievales de la Zona Media, aparecen entre la niebla de los enigmáticos bosques del norte y se aferran a la magia que envuelve las construcciones funerarias.
Desde estos episodios, los trabajadores del Museo han aceptado a Juantxo como a uno más: «Siempre que pasa algo o desaparece alguna cosa, sabemos que ha sido Juantxo», cuenta Jover.