Batalla de San Quintín (1557)

La batalla de San Quintín fue una batalla entablada en el marco de las Guerras italianas entre las tropas del imperio español y el ejército francés, que tuvo lugar el 10 de agosto de 1557, con victoria decisiva para el reino de España.
Tras haber sido invadido en 1556 el reino de Nápoles por las tropas francesas del duque de Guisa, Felipe II ordenó a las tropas imperiales que se encontraban en los Países Bajos españoles invadir Francia por lo que así la guerra abierta entre Enrique II de Francia y Felipe II de España entraba en su fase crucial.
Después de firmar un acuerdo secreto con el Papa Pablo IV, Enrique II, decidió tomar la iniciativa y conquistar terreno español, en Flandes, en el Milanesado e incluso pretendió quedarse con el emblemático Reino de de Nápoles.
El fanatismo sentimiento antiespañol del Papa, iba a permitir las maniobras de paso, a través de los Estados Pontificios de las tropas francesas, camino de Nápoles y en este intento de conquistar el Reino de Nápoles, las fuerzas francesas, contaron con el apoyo de tropas papales al mando del duque de Guisa.
Gracias a la intervención decisiva del III duque de Alba, que estaba al mando de las tropas española, de forma clara la coalición franco/pontificia fue eficazmente rechazada y posteriormente, las tropas imperiales llegaron incluso a aislar al Papa en Roma, lo que le valió la excomunión a Felipe II.
Pero las disputas entre España y Francia no se iban a resolver en Roma, o sea, Felipe II había decidió claramente atacar Francia desde sus territorios en Flandes.
En 1556, Felipe II dio la orden de invadir Francia, o sea, fue la respuesta dada por el Imperio Español debido a la osadía francesa de invadir Nápoles y la batalla de San Quintín forma parte de las Guerras entre España y Francia.
En abril de 1.557 los franceses ya habían comenzado los ataques y después de varias incursiones, que lograron tomar algunas plazas flamencas los generales del rey Felipe II no contraatacaron a la espera de refuerzos.

Movimiento de fuerzas
En aquellos días, Felipe II tenía que solucionar graves problemas económicos que debilitaban la posición de España ya que después de la abdicación de Carlos V, Felipe II heredó, una gran cantidad de territorios junto a una enorme deuda de 6 millones de ducados.
El proceso de renegociación de la deuda, llevó a Felipe II a solicitar ayuda a su padre (retirado en Yuste) y a su amante esposa, María I de Inglaterra que consiguió financiar el proyecto de Felipe con 9.000 libras, además de 7.000 soldados al mando de Lord Permbroke.
Además de la ayuda británica, Felipe tuvo la suerte de recibir una buena partida de oro procedente de América, o sea, Felipe II ya disponía de recursos suficientes para afrontar la guerra contra Francia y en julio de 1.557 Felipe II ya había regresado de Inglaterra y se disponía afronta el proyecto
Felipe II desde su regreso de Inglaterra a Flandes mantuvo grande actividad en la reuniones con las tropas, viajando de Bruselas a Valenciennes y Gambray para lograr de los magnates los recursos necesarios pues así en 1557, al mando del joven general Manuel Filiberto, duque de Saboya, las tropas del Imperio Español, invadieron Francia .
Felipe II había nombrado comandante en jefe de sus tropas en Flandes a su primo y amigo Manuel Filiberto, duque de Saboya y años antes ya había combatido a las órdenes de Carlos V cuando el rey de Francia saqueó así el Ducado de Saboya a su familia.
La fuerza española que tenía que invadir Francia, estaba compuesta por 12.000 jinetes y 30.000 infantes que eran pues de los tercios.
En esta batalla llego a participar personalmente Felipe II, al mando de los 18.000 hombres que formaban las fuerzas de reserva.
En total los imperiales contaban con unos recursos de 60.000 hombres y los soldados del emperador eran españoles, flamencos, saboyanos, italianos y muchos lansquenetes alemanes.
Después de penetrar en Francia por la Champaña, el ejército se dirigió a Rocroi pues los enormes recursos localizados en esta plaza, hizo desistir a los imperiales de sitiar y asediar la ciudad.

Felipe II en el campamento junto a sus tropas
Las tropas de Felipe II eran seguidas a pocos kilómetros por un ejército francés al mando Anne de Montmorency que era el condestable de Francia.
Los franceses pensaros que Gisa sería la ciudad elegida por los imperiales por lo que Montmorency aprovisionó pues con abundantes recursos la ciudad.
Pero los franceses fueron engañados, y una noche, a principios de agosto Egmont dirigió su caballería a San Quintín con intención de sitiarla y cercarla hasta su rendición.
San Quintín era una localidad de la Picardía francesa, situada en el margen derecho del rio Somme, con unos 8.000 habitantes donde su posición estratégica era muy buena y permitía controlar las comunicaciones entre París y Flandes. Además sus 15 kilómetros de altas murallas, el río Somme por el sur y una zona pantanosa por el oeste , protegían así San Quintín de posibles ataques.
Entre el rio y los pantanos había una zona de tierra, por la que se comunicaba la ciudad, llamado el arrabal de la Isla, el cual era la única comunicación de San Quintín con dicho márgen del Somme. El paso era difícil, se hacía a través de un estrecho puente, llamado de Rou.
Los españoles pensaron que una vez conquistada, su robusta fortificación impediría la llegada de refuerzos para auxilio de las tropas cercadas.
Al amanecer del 1 de agosto, los franceses fueron engañados pues no pudieron impedir que los españoles cercaran así San Quintín, que contaba con unos pocos defensores al mando de un simple capitán.
El punto más crítico de la defensa era una isla fortificada, situada al otro lado del río y unida a la ciudad por un puente y con objeto de impedir la llegada de refuerzos a los sitiados, resultaba imprescindible la toma de esta pequeña isla.
La caballería de los españoles inició el ataque a San Quintín el 2 de agosto y el duque de Saboya acometió la plaza con tanta rapidez que las compañías españolas de Julián Romero y Carondelet se apoderaron instantáneamente del arrabal de la isla sin que la guarnición tuviese tiempo de reponerse.
El gobernador de San Quintin temiendo perder en pocas horas la plaza a su mando, aviso pues al almirante Coligny el mismo día que reaccionó urgentemente y mandó 500 soldados de refuerzo que lograron entrar en la ciudad durante la noche del 3 de agosto.

Los Tercios Españoles durante la Batalla de San Quintín
Los españoles, una vez cercada la ciudad, comenzaron el bombardeo de su muralla y entonces la toma al asalto de la fortaleza de San Quintín debía lograrse antes de la llegada de las tropas de socorro del condestable de Montmorency.
La toma de esta isla fue asignada a los tercios españoles y el objetivo de logró no sin importantes bajas pues una vez tomada la posición se aseguró defensivamente ante el inminente ataque de las tropas francesas, o sea, resulta que los tercios aprovecharon la posición y castigaron los muros de San Quintín con duras descargar de artillería.
Entre tanto, el principal cuerpo de ejército francés, con unos 22.000 infantes, 8.000 jinetes mandados así pues por Louis Gonzaga Duque de Nervers y 18 cañones, se estaba dirigiendo rápidamente hacia San Quintín para socorrer entonces a los sitiados.
Después de introducir en la ciudad un primer grupo de unos 500 soldados, el intento principal de entrar en la ciudad con 4.500 soldados al mando general Andelot fracasó, o sea, esta última maniobra fue interceptada y controlada en la emboscada por el conde de Mansfeld, al servicio de Felipe II.
Montmorency adelantó unos 6.000 soldados para inspeccionar la situación en San Quintín pues entonces los franceses se aproximaron a la orilla del río, pero el duque de Saboya, sin cambiar sus planes, continuó atacando las ciudad sin así dar importancia a la presencia de las tropas francesas.
La pasividad de las tropas españolas, fue interpretada pues por el comandante francés como una clara debilidad de las fuerzas de Felipe II y que no eran tan fuertes como se pensaba.
De vuelta al campamento del condestable francés, una vez informado de la situación, Montmorency ordenó el avance del ejército francés y los 22.000 hombres del potente ejército francés avistaron San Quintín el 10 de agosto de 1.557.
Una vez desplegado, el ejército francés inició un fuerte cañoneo contra el campamento español pues con la ayuda de cientos de barcas, como si fuera un desembarco, los soldados franceses intentaban cruzar el rio Somme.
La operación de traslado de tropas no fue sencillo y hubo numerosos problemas técnicos, o sea, el exceso de carga así produjo numerosos abarrancamientos y el proceso fue muy lento y peligroso.
Un grupo al mandado de Andelot, que logró cruzar con éxito el río, fue interceptado por arcabuceros españoles que apostados en la otra orilla del río dispararon contra los enemigos y fue una masacre total, resultando herido el propio Andelot donde tan sólo 200 soldados consiguieron entrar en la ciudad sin armas y con la munición mojada.
La noticia del fracaso de la empresa de Andelot llegó rápidamente al Condestable. Montmorency decidió ir en persona con su ejército y forzar el paso para entrar en San Quintin.
Se precisaba preparar el terreno con tablones para asegurar el paso de los pantanos de la Abbiette y cruzar en barcas el Somme pues la idea era entrar con 6.000 hombres por la puerta de Santa Catalina
Mientras tanto, con la infantería francesa sin lograr cruzar el rio, Egmont al mando de la caballería española cruzó el rio Somme más al norte del intento francés y una vez en la otra orilla, se mantuvieron ocultos, tras una colinas a la espera de su intervención.
Una imprudencia de Montmorency, había permitido pasar el río, a través del puente de Rouvroy, al principal cuerpo de ejército de la infantería española al mando del duque Manuel Filiberto de Saboya.
La prepotencia francesa aconsejó abandonar la protección del bosque a orilla del rio, lo que dejo vía libre a los tercios imperiales para cruzar libremente el Somme.
El general francés reaccionó rápidamente, ordenando el ataque de su caballería, o sea, los franceses habían caído en la trampa pues en el momento que la caballería francesa estuvo a punto de llegar a la posición de la infantería española, Egmont cargó con su caballería eficazmente por la retaguardia y el flanco de los confiados franceses.
El condestable de Francia al verse rodeado por las tropas de Felipe II, ordenó la retirada de sus tropas de caballería así más tarde también ordenó a su infantería la retirada ante la amenaza del ejército del duque de Saboya.
Cuando todo el ejército de Felpe II hubo pasado el rio, se desplegó y preparó para el ataque definitivo.
A la derecha: soldados españoles y alemanes estaban mandadas por Alonso de Cáceres ; el centro: bajo el mando de Julián Romero, con españoles, borgoñones e ingleses; a la izquierda: bajo las órdenes del Maestre de Campo Alonso de Navarrete, estaba formada por el temido Tercio de Saboya y en la retaguardia la caballería flamenca, al mando del Conde de Egmont.
La caballería imperial inició el ataque contra el flanco izquierdo francés; obligando a Montmorency a retirarse otra vez hacia el bosque y simultáneamente la caballería francesa bajo las órdenes de Louis Gonzaga Duque de Nevers trataba de contener el ataque español.
Ambas alas del ejército de Felipe II, rodearon a los franceses y cayeron sobre ellos con extrema contundencia y poco a poco la organización de fuerzas francesas empezó a romperse y por sus huecos entraban a saco los jinetes de Felipe II.
Los arcabuceros de los tercios españoles, con sus continuas descargas, destrozaron las filas galas pues la eficacia de las tropas española, fue tal, que 5.000 soldados franceses se rindieron en masa a los imperiales y todo acabó en una hora.
La carnicería fue brutal pues en este momento llegó a primera línea de combate el duque de Saboya y sus infantes, o sea, los franceses fueron derrotados ante los arcabuceros de los tercios españoles; Montmorency fue capturado por un soldado español de caballería llamado Sedano, que en recompensa recibió 10.000 ducados.
Durante la batalla las bajas del ejército francés, fueron brutales: 14.000 muertos, 2.000 heridos y 6.000 prisioneros, pues entre ellos había 10 coroneles 30 capitanes, capturaron 60 banderas, 50 estandartes, toda la artillería y un rico botín de alhajas oro y dinero que se repartieron entre la tropa.
Murió casi toda la nobleza francesa y muchos quedaron como prisioneros: el Condestable de Francia,herido; su hijo el duque de Montpensier, el duque de Longavila, el Príncipe de Mantua, el Marichal de Sanct Andres, el Ringrave general de los Todescos, el Roxa du maine, el Roxa fort Rochefort, el Vizconde de Toraina y el baron de Curton.

Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial.
A los 5.000 prisioneros alemanes mercenarios, se les dio libertad después de exigirles juramento de que en cuatro años no debían luchar contra el Rey de España.
Sin embargo, entre muertos y heridos, las bajas de las fuerzas de Felipe II no llegaron a 1.000 hombres.
Al conocer el resultado de la batalla, Felipe II se puso en marcha el día 11 y se presentó en San Quintín el 13 de agosto al frente de sus fuerzas de reserva, unos 20.000 hombres, donde estaba incorporado el contingente inglés y así Felipe II escribió a su padre Carlos V, retirado en Yuste informando de la gran victoria:
«Y pues yo no me hallé allí de que me pesa lo que VM puede pensar no puedo dar relacion de lo que pasó syno de oido»
Fue tal su alegría que decidió conmemorar la victoria ordenando así la construcción del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial.
Felipe II, no atendió la recomendación del duque de Saboya y finalmente decidió no avanzar hacia Paris, hasta que no se hubo tomado la ciudad de San Quintín, que aún permanecía en manos francesas y a partir de entonces, fue conoció como el Rey Prudente
Coligny sabía que su resistencia era muy importante para Francia pues su determinación frente a las tropas de Felipe II, inmovilizaba, ante sus murallas la 50.000 soldados imperiales donde San Quintín se negaba a rendirse y con sólamente un ejército de 2.000 hombres.
Los sitiados continuaron su resistencia hasta el 27 de agosto, cuando tras una dura preparación de artillería sobre unos cuantos objetivos, la ciudad fue tomada al asalto por unidades españolas, flamencas e inglesas pero además las tropas imperiales capturaron al almirante Coligny y a varios nobles más.
Al día siguiente, la ciudad fue incendiada, y el día 30, Felipe II hizo su entrada triunfal en San Quintín y a los pocos días regresó a Bruselas con su ejército mientras que en San Quintín quedó una guarnición de 4.000 soldados al mando del conde de Abresfem.
Un año después, 13 de julio de 1558 las tropas españolas volverían a vencer a las francesas en la batalla de Gravelinas, forzando a Francia a firmar la Paz de Cateau-Cambrésis en 1559.
De esta forma finalizó la amenaza del reino francés sobre las posesiones españolas en Flandes e Italia y entonces esta decisiva victoria permitió a España asegurarse su hegemonía sobre Europa Occidental durante un siglo más.
Fuente: http://www.grandesbatallas.es/batalla%20de%20san%20quintin.html