Lugares mágicos del País Vasco

En el País Vasco destacan varios sitios de interés y entre ellos se encuentran:
La necrópolis de Argiñeta.
A las afueras de Elorrio en dirección al barrio de Zenita, frente a la ermita de San Adrián de Argiñeta, y bajo el cobijo de una espesa arboleda nos topamos con el conjunto funerario más importante del País Vasco.
Una necrópolis formada por cinco estelas y una veintena de sepulcros los cuales antiguamente estaban esparcidos por los distintos barrios rurales del entorno hasta que en el siglo XIX fueron reagrupadas en este paraje.
Este camposanto de sarcófagos aún guarda incógnitas acerca del origen de los mismos, o sea, resulta así que historiadores y arqueólogos se enfrentan al enigma intentando ubicarlas en el tiempo para poder así determinar si se trata de tumbas que corresponden a pueblos anteriores a la llegada del cristianismo, o sí son enterramientos exclusivamente cristianos.
Tal vez la respuesta no se limite a estas dos posibilidades y sea más amplia, al poder tratarse así del resto arqueológico más antigüo del cristianismo en Vizcaya vinculado a la presencia visigoda en la península.
Están compuestos por dos piezas toscamente labradas en piedra arenisca: el sarcófago en sí con forma antropomorfa y la cubierta triangular que hace de tejadillo.

Necrópolis de Argiñeta
El nombre de “Argiñeta” vendría a significar “los canteros”, por lo que la zona parece estar ligada pues a la elaboración de sarcófagos y elementos en piedra.
En algunas tapas de éstas tumbas se pueden leer inscripciones las cuales se tratan pues de los vestigios escritos más remotos de la provincia e incluso del País Vasco, donde se hacen alusiones funerarias a sus desaparecidos ocupantes.
Las últimas investigaciones apuntan a que su origen data de entre los siglos VII y IX, perteneciendo quizá a dignatarios de la época visigótica que murieron al huir de la invasión sarracena.
Las campañas que el rey visigodo Leovigildo llevó a cabo en el norte de la península contra los cántabros y los vascos, justificarían su estancia en la zona de Elorrio.
Posteriormente estos lugares de enterramiento serían usados por el cristianismo para la construcción de ermitas para su culto y en cuanto a las estelas, existe un conjunto integrado por trece piezas las cuáles se conservan en el interior de la ermita de San Adrián; siendo las que se pueden contemplar claramente en el exterior unas reproducciones fielmente copiadas de cinco de ellas.
Su forma discoidal y los motivos que las decoran con referencias a los astros, dan pistas de su paralelismo con otras estelas encontradas en el norte de los Pirineos.
Sea cual sea la realidad histórica de este enclave con sus sepulcros y estelas a la vera de una ermita, si se puede afirmar que se trata de un desconcertante museo al aire libre, en donde poner una etiqueta no es tarea sencilla probablemente debido a que este tipo de lugares reflejan distintos momentos de la historia que con el transcurrir del tiempo se han ido adaptando al mismo.
La legión tebana.

La legión tebana
En la Iglesia de la Natividad de Nuestra Señora del pueblo de Martioda, próximo a la ciudad de Vitoria, se custodian los restos de una singular historia.
Corría el mes de setiembre del año 286 d.C., y el Imperio Romano en su empeño en frenar a los bárbaros y sofocar la rebelión de los pueblos, dispuso para tal cometido a la llamada Legión Tebana, formada por soldados cristianos procedentes de Egipto.
Esta legión comandada por el que después sería recordado como San Mauricio, llegó a los Alpes donde recibieron la orden del Emperador Maximiano de exterminar a todos los cristianos que no aceptaran así convertirse al culto romano.
Como la mayor parte de los soldados de la legión eran cristianos se negaron a cumplir con tal orden; por lo que el emperador ordenó ejecutar a uno de cada 10 soldados de la legión mientras no obedecieran la orden.
Las ejecuciones no sirvieron para hacer cambiar de opinión a los legionarios, así que Maximiano decidió que la legión tebana fuera aniquilada y así los soldados ejecutados de la Legión Tebana se convirtieron en mártires de la fe cristiana.
En la sacristía de la Iglesia de Martioda se guardan huesos y cráneos que según cuenta la tradición resulta que pertenecen a aquellos mártires que formaron parte de la Legión Tebana.
Durante el cristianismo primitivo se veneraba a todos los que habían dado la vida así por sus creencias en Jesucristo, pensando que quienes habían padecido martirio eran los únicos que lograban entrar de forma inmediata en el Paraíso.
Este culto se llevaba a cabo en los lugares donde se enterraban a los mártires generando peregrinaciones y como no todos los cristianos se podían permitir viajar a los sitios donde se custodiaban los cuerpos de los mártires se impuso la costumbre de su traslado.
Las catacumbas romanas fueron una fuente de restos de mártires que se fueron exportando así a muchas partes del mundo pues resulta que las catacumbas se fueron deteriorando por lo que los mártires pues se trasladaron a las basílicas y templos.
Cuando en el siglo XVI fueron redescubiertas surgió un fanático interés por recuperar así las reliquias de los santos allí enterrados y la donación de las reliquias iba acompañada entonces de la correspondiente documentación papal que acreditaba su autenticidad.
Hasta que el Papa Pio IX no prohibió este tráfico de santos mediante un decreto, muchos de esos cuerpos vinieron a España a través de las gestiones efectuadas por Isabel II y sus embajadores en Roma.
Fuente: http://los32rumbos.com/m/reportaje.asp?offset=0&id=118