Leonardo Torres Quevedo y sus prodigiosos inventos
Leonardo Torres Quevedo fue unos de los más geniales inventores de finales del siglo XIX y principios del s. XX. Dotado de una gran capacidad inventiva, sus trabajos se adentraron en campos tan dispares como la aeronáutica, la automática o el álgebra.
Leonardo Torres Quevedo nació el 28 de diciembre de 1852 en Santa Cruz de Iguña (Cantabria) y, siguiendo los pasos de su padre, ingresó en la Escuela Oficial del Cuerpo de Ingenieros de Caminos en 1871, para graduarse, cuarto de su promoción, en 1876. Al terminar sus estudios, Torres Quevedo comenzó a trabajar para la empresa de ferrocarriles en la que trabajaba su padre pero al poco tiempo dejó su puesto para hacer algo que no era muy común en la época: viajar por Europa y conocer los avances tecnológicos y científicos que se estaban desarrollando fuera del país, es decir, hacer prospectiva tecnológica de primera mano.
En 1901 el Estado creó un laboratorio para apoyar el trabajo de Torres Quevedo quien comenzó a recibir financiación para sus proyectos. Ese mismo año tomó posesión como académico en la Real Academia de Ciencias Exactas de la que sería presidente desde 1928 hasta 1934, con un discurso sobre ‘Máquinas algébricas’.
Al regresar a España tras este viaje, Torres Quevedo se instaló en Santander y decidió enfocar su trabajo a la investigación. Uno de sus primeros trabajos fue en el ámbito de los transbordadores, plataformas suspendidas por cables para cruzar ríos o salvar un valle sin necesidad de construir un puente. Estos primeros trabajos (realizados entre 1887 y 1890) no tuvieron éxito; sin embargo, en 1913, Torres Quevedo diseñó una de sus obras clave: el Spanish Aerocar, el transbordador que cruza las cataratas del Niágara y que, desde 1916, sigue en activo.
En 1889, Torres Quevedo se trasladó a Madrid y se sumergió por completo en los círculos culturales y científicos de la capital. Allí arrancó también sus primeras incursiones en el campo de la computación y la inteligencia artificial.
En la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales presentó su obra «Memoria sobre las máquinas algébricas» que junto a «Sur les machines algébriques», presentado en Burdeos en 1895, y «Machines a calculer», en la Academia de Ciencias de París en 1900, representaron la base de los trabajos de Torres Quevedo enfocados al mundo de la computación y el desarrollo de las primeras calculadoras digitales.
Estos son algunos de sus prodigiosos inventos:
El 8 de agosto de 1916 se inauguraba el ‘Spanish Aerocar’ en las cataratas del Niágara, aún hoy operativo. Construido por la compañia Niagara Spanish Aerocar Co. Limited, constituida únicamente para este fin, este transbordador que une las orillas de EEUU y Canadá puede considerarse la culminación del primer invento de Torres Quevedo.
Funicular que atraviesa las cataratas del Niágara
El ingeniero español patentó en 1887 “un sistema de funicular aéreo de alambres múltiples”. Sus primeros modelos, con tracción animal, dieron paso a un proyecto de transbordador de diseño perfeccionado que presentó en Suiza y que fue rechazado por los científicos de la época. Hacia 1903 retoma el estudio del transbordador y el 30 de septiembre de 1907 se inaugura en el monte Ulía en San Sebastián el primer tranvía aéreo apto para el transporte público de personas.
El dirigible Astra-Torres
El dirigible inventado por el ingeniero español tenía la ventaja de ser flexible gracias a un armazón de cables y podía plegarse ofreciendo las mismas prestaciones que los dirigibles rígidos como el Zeppelin. Para su fabricación Torres Quevedo se asoció con la empresa francesa Astra que contrató en exclusiva las patentes para la fabricación del Astra-Torres excepto en España. Los Astra-Torres fueron utilizados por los ejércitos francés e ingles durante la Primera Guerra Mundial. El último proyecto sobre navegación aérea de Torres Quevedo fue el dirigible Hispania, pensado para el transporte de personas, pero su construcción nunca llegó a materializarse.
El telekino puede considerarse el primer aparato de radio-dirección del mundo, un antecedente de los drones actuales. Con la finalidad de probar sus globos dirigibles sin ayuda humana Torres Quevedo presentó en 1903 un aparato que ejecutaba órdenes mediante órdenes hertzianas.
Demostración del funcionamiento del ‘Telekino’ en el Abra
Entre 1904 y 1906 se realizaron múltiples pruebas del funcionamiento del ‘Telekino’ en Bilbao y también en el estanque de la Casa de Campo de Madrid mediante la demostración con el bote Vizcaya dirigido por su inventor desde la terraza del Club Marítimo de Abra : “Un aparato receptor de telégrafos sistema morse, transformado hábilmente, pone en comunicación a la estación receptora con dos termo-motores, uno de los cuales hace mover la hélice y el otro hace mover el timón. Según los contactos que da la estación transmisora, se hacen las ondas hertzianas, llegan á la estación receptora, actúan sobre los termo-motores y funcionan la hélice y el timón en todos los sentidos”
El autómata ajedrecista
Torres Quevedo diseñó dos autómatas ajedrecistas. El primero fue construido en 1912 y presentado en La Sorbona en 1914. El ajedrecista sólo jugaba finales de torre y rey contra rey, pero resultaba siempre ganador sin mediar intervención humana alguna lo que despertó gran expectación en la época. En 1920 fabricó el segundo ajedrecista, que presentó en París dos años más tarde. Este autómata substituía los brazos mecánicos del modelo inicial por unos imanes que movían las piezas, lo que resultaba más realista.