Maruxiña y el hombre misterioso

La leyenda cuenta que una vecina del pueblo As Nogais (Lugo), en una fría y lluviosa tarde de diciembre se dispuso a ir a moler un poco de maíz para hacer pan en su molino.
Cogió su yegua a la que ató las alforjas con el maíz y tras encender un pequeño candil de aceite poco a poco fue adentrándose en la espesura del bosque, llegando un punto en el que no podía ver absolutamente nada.
Pensó que si se le apagaba el pequeño farolillo en ese momento no sabría como orientarse pero tras llegar a una zona elevada pudo ver la silueta del molino.
Acercó la yegua a la puerta, bajo el maíz y lo dejó dentro del molino, mientras ella ató a la yegua en una zona que tenía para que se pudiera resguardar.
Regresó al molino, y pudo ver que la lareira que había dentro estaba quedándose sin fuego, rápidamente colocó un par de troncos de roble para seguir moliendo el grano..
Aquella noche se encontraba sola en el molino por lo que pronto terminaría de moler y podría irse a casa pero pasada la media noche, la puerta del molino se abrió y entró un señor.
Era un señor muy elegante vestido con un traje negro y sombrero de copa y Maruxa al verlo le dijo al hombre que también venía empapado que se sentase a su lado a calentarse en el fuego.
El misterioso hombre le sonrió y se sentó enfrente del fuego junto a ella, Maruxa miraba de reojo aquel extraño personaje pensando que sería tal vez, de otro pueblo, que se hubiese perdido.
A la luz del fuego pudo ver claramente como este señor sacaba de su bolsillo una babosa y la clavaba en un palo, después un sapo y así hasta hacer una especie de brocheta de alimañas que puso al fuego para cocinar.
El hombre se giró hacia la mujer y le dijo “ Asadas y revueltas, Maruxiña…¿ quieres de ellas? .
En ese momento Maruxiña descubrió que aquel señor no era ningún vecino de otro pueblo, no era un extranjero sino que se trataba del mismísimo demonio.
Salió por la puerta corriendo cuanto podía sin recoger siquiera a su yegua ni el grano que terminara de molerse, corrió y corrió hasta que por fin llego a casa donde se encerró y se puso a rezar aterrorizada.
Jamás en el pueblo se volvió a ver al hombre y cuando Maruxa contó lo sucedido a algunos vecinos de su confianza estos se rieron, diciéndole que probablemente se quedó dormida en el molino y que eso había sido un sueño.
Pero ella estaba segura que era real todo lo que vio en el molino pues algunas noches estando en la cama podía oler claramente aquel aroma de las alimañas asadas
Fuente: http://cuentosdepueblo04.blogspot.com/2017/10/maruxina-y-el-hombre-misterioso.html