La batalla de Gaugamela

La batalla de Gaugamela tuvo lugar el 1 de octubre de 331 a. C. cerca de la ribera del río Bumodos, a unos 27 km. al noreste de Mosul y a 52 de Arbela donde se enfrentaron el ejército persa a las órdenes de su rey, Darío III, y el ejército macedonio bajo el mando de Alejandro Magno.
Darío eligió esta localización debido a que era una amplia llanura pensando que favorecía a sus numerosas fuerzas montadas pero esta batalla marcó el final del Imperio Persa; es considerada una obra maestra en cuanto a lo que es la táctica militar y la mayor victoria de Alejandro.
La derrota de Darío en Issos dejó de nuevo el camino libre a Alejandro, que prosiguió con su plan ya que continuó avanzando con el fin de ir tomando todos los puertos del Mediterráneo.
El más dificultoso fue el asedio de Tiro, en Fenicia, en el que tuvo que hacer un dique de 400 m desde la costa hasta Tiro con troncos y piedras con el fin de llevar las máquinas de asedio hasta las murallas de la ciudad, mientras la flota de Tiro acosaba y quemaba estas máquinas de guerra desde el mar.
Finalmente bloqueó la flota de Tiro y tomó la ciudad. También se encontró resistencia en Gaza pues levantó un terraplén de tierra alrededor y la tomó al asalto.
Finalmente se dirigió a Egipto, donde fue muy bien recibido fue allí donde tendrían lugar dos acontecimientos principales: la fundación de Alejandría y su nombramiento como Faraón. Pasó el invierno del 332-31 en Egipto para para reforzar su ejército.
En la primavera de 331 a.C., Alejandro dejó Egipto regresando a Tiro donde estaba su flota y luego se dirigió hacia a Antioquía, cruzando el valle del río Orontes, y llegó al Río Éufrates a la altura de Tapsaco, donde llevó a cabo la fundación de la ciudad de Niceforio como plaza fuerte y zona de diferentes suministros del ejército.
Aquí supo que Darío se encontraba en Arbelas, por lo que cruzó el Tigris y se dirigió hacia el norte bordeando la ribera oriental del río pues Darío se vio obligado a movilizar un inmenso ejército en la llanura de Gaugamela en las proximidades de la ciudad de Arbela.
Alejandro aceptó la invitación al enfrentamiento pues Darío tuvo tiempo de allanar el campo de batalla para dejar el camino expedito para sus carros falcados o carros escitas. Era el lugar ideal para aprovechar la superioridad numérica en caballería de 10 a 1.

Despliegue inicial
El ejército persa congregaba cerca de 500.000 hombres de a pie y 45.000 de caballería, entre los que se incluían los famosos soldados de la Caballería Bactriana y los jinetes acorazados escitas, que procedían mayormente de las estepas del Asia Central.
Disponía de una vanguardia de 15 elefantes traídos de la India y 200 carros de combate, tirados por cuatro o dos caballos siendo conducido por un solo auriga, con ambas ruedas guarnecidas de haces que eran preparadas para segar líneas enteras de la formación enemiga.

Primera fase de la batalla
El impresionante ejército persa lo completaba un grupo de infantería persa, constituida por leales y espléndidamente pagados mercenarios griegos, y la propia guardia real de Darío III, de brillante trayectoria y fama militar.
Alejandro inició la marcha en orden oblicuo desplazándose a la derecha para evitar el terreno allanado con el fin de que los persas no pudiesen usar los carros falcados.
Cuando avanzaban, Alejandro vio como toda la caballería del ala izquierda persa mandada por Bessos se lanzaba hacia ellos, Alejandro reaccionó con prontitud mandando a la caballería ligera que cargase contra las tropas que iban a rodearlo, el contraataque macedonio fue rechazado por los escitas y bactrianos, pero Alejandro demostró de nuevo la gran rapidez de reflejos y de visión del combate, ordenando a los peonios y a la infantería ligera un ataque con el objeto de extender su ala derecha, tal y como había previsto que sucedería.

Segunda fase de la batalla
Bessos mandó hacía ese lugar fuerzas de refresco compuestas por el resto de los jinetes bactrianos y escitas, los cuales provocando una ruptura en las las filas de sus compañeros, causando graves pérdidas pues los caballos de los escitas estaban mejor protegidos por una armadura defensiva.
A pesar de ello, la disciplina y el orden demostrado por los macedonios en su repliegue hizo posible que éstos nuevamente se volviesen a reagrupar en perfectos escuadrones que acabaron por romper las líneas enemiga.
Darío al ver el desarrollo mandó a los carros falcados iniciar la carga pues precedidos de jinetes persas que arrastraban ramas para levantar polvo, la falange macedonia apenas tenía tiempo para maniobrar.
Alejandro había adiestrado a sus tropas para que se abrieran pues según la Anábasis, los caballos se metían por los corredores creados entre la falange inofensivamente.

Tercera fase de la batalla
Lamentablemente, el polvo impidió que todo el frente reaccionara igual y la mayoría de los carros pasaron por los pasillos que abrieron los piqueros al tiempo que muchos otros se estrellaron contra las líneas y segaron cientos de vidas con sus guadañas. No obstante, los aurigas fueron con gran rapidez neutralizados, a tiempo para que la falange absorbiera el grueso del ataque de la infantería persa.
Al mismo tiempo, la caballería persa del ala derecha persa comandada por Marceo, se estrelló contra el frente de Parmenio, y como eran muchos más, superó el frente y un gran número de jinetes rebasaron a los macedonios y avanzaron hacia el campamento macedonio que se encontraba sobre unos 10 km del frente para rescatar a la familia real y saquear el campamento.
La caballería escita y bactriana de Bessos entonces pone en un serio aprieto a la caballería de Alejandro que da la orden a los hoplitas griegos de cargar contra la caballería de Bessos, parándoles y empeñándoles en un combate casi parados.
Se produce un hueco en la falange griega a través de la cual se cuelan los jinetes reales, hindúes, albánios y secesianos que van a saquear los bagajes avanzados macedonios, Parmenio manda a los hoplitas griegos para evitar el saqueo y bloquearles.
Darío ordena a los griegos de Glauko en su izquierda y a los kardakes para reforzar la caballería de Bessos, Alejandro vio el hueco y mandó girar a la izquierda su caballería y se lanzó directamente contra Darío por detrás de los Inmortales, al mismo tiempo avanzó directamente con los hipaspitas y la falange contra el centro donde el Gran Rey, dio media vuelta al carro y huyó, dejando su ejército atrás.

Ataque de los carros falcados contra la falange macedonia
Aquello no fue el fin de la resistencia persa. Bessos se enteró y dio orden de retroceder para cubrir la retirada del Rey y Alejandro no pudo perseguirlo porque Parmenio necesitaba ayuda urgente pues cuando Alejandro llegó al lugar, Permenio había contraatacado y toda la caballería de Marceo se puso en desbandada.
Libre Parmenio, se reanudó la persecución que se prolongó hasta la noche, iniciando una marcha forzada sobre Arbelas, pero Darío consiguió escapar, unos 2.000 mercenarios griegos que también lograron escapar se reunieron con Darío y Bessos quien posteriormente le asesinaría.
Los muertos se estiman en 40.000 muertos persas y 5.000 macedonios.
Fuente: https://arrecaballo.es/edad-antigua/persas-y-macedonios/batalla-de-gaugamela-331-ac/#:~:text=Tambi%C3%A9n%20conocida%20como%20Arbelas%2C%20ocurri%C3%B3,y%20a%2052%20km%20de%20Arbela.