Los asesinatos de José María Jarabo

José María Jarabo Pérez-Morris, (Madrid 28 de abril de 1923 – ibídem, 4 de julio de 1959), fue un criminal español que asesinó a cuatro personas, una de ellas embarazada, en Madrid entre el 19 y el 21 de julio de 1958, en una vivienda de la calle Lope de Rueda y en una casa de empeño, por lo que fue ejecutado a garrote vil un año más tarde.
Nació en Madrid, en el seno de una adinerada familia formada por José María Jarabo Guinea, abogado, y Teresa Pérez-Moris Cañal y acabada la guerra, la familia se trasladó a Puerto Rico en 1940 cuando tenía 17 años y abandonando los estudios para casarse con Luz Marta Álvarez, el que acabó pronto en divorcio.
Posteriormente se trasladó a Nueva York, donde cumplió cuatro años de cárcel por tráfico de drogas, pornografía y fue expulsado del país donde en 1950 regresó a España con diez millones de pesetas, mientras toda su familia permaneció en Puerto Rico.
En un año gastó todo el dinero y entonces con la amenaza familiar de regresar a España (lo que habría acabado con su tren de vida), se dedica a estafar fingiendo diversas identidades, empeñando propiedades y diversas alhajas y también vendiendo el lujoso chalet familiar de la calle Arturo Soria.
En el verano de 1958, una de sus amantes, la ciudadana inglesa Beryl Martin Jones, comenzó a apremiarlo para que le restituyese una joya de brillantes, obsequio de su marido, que le había entregado para que Jarabo la empeñase en la casa Jusfer, propiedad de Emilio Fernández y Félix López Robledo, situada en el 19 de la calle Alcalde Sainz de Baranda.
Jarabo obtuvo 4000 pesetas (un importe infinitamente menor del valor real de la joya, unas 50 000 pesetas), así como una carta de la propietaria autorizando la operación, además de detalles personales que ponían de manifiesto la clara relación adúltera que mantenían.
Los prestamistas tomaron la carta como garantía de devolución y exigieron otras 6000 pesetas a cambio de la misiva y sin dinero para recuperar lo empeñado, el 19 de julio de 1958, pasadas las nueve de la noche, Jarabo se dirigió, no a la tienda, como había quedado, sino al domicilio de Emilio Fernández.
Al llegar aprovechó un descuido del sereno para colarse en el portal sin ser visto y entonces el Jarabo abrió las puertas del ascensor valiéndose de los codos y aprieta el botón del piso al que va con la uña del pulgar derecho para no dejar huellas dactilares, abriéndole la puerta la criada, Paulina Ramos Serrano, de 26 años según explicó después a la Policía.
Sin embargo, lo más probable es que las cosas sucedieran de otro modo: cuando Jarabo llega al piso, la criada estaba sola y cuando Jarabo pregunta por Emilio Fernández esta le lleva al salón, donde queda a la espera para luego ir hasta la cocina.

Las cuatro víctimas de Jarabo
Convencido de que debe eliminar testigos, golpea a Paulina con una pesada plancha en la cabeza y cuando la criada trata de gritar y defenderse, la sujeta por detrás, apretándole fuertemente nariz y boca con la mano izquierda, mientras que con la derecha le parte el corazón, hundiéndole en el pecho el cuchillo que estaba usando Paulina y tras matarla la arroja sobre la cama.
Cuando Emilio Fernández llega a la vivienda el Jarabo le dispara en la nuca en el cuarto de baño, disparo que le causa la muerte de forma instantánea y la esposa, Amparo Alonso, al llegar a la casa se encuentra con Jarabo, que entonces se hace pasar por inspector de Hacienda.
La simpatía y labia de Jarabo calman a la señora, haciéndole creer que Emilio y Paulina han salido con compañeros del Jarabo, también inspectores, para aclarar un asunto de tráfico de objetos robados pero Amparo queda muy extrañada, hasta que se da cuenta de que su aspecto no se corresponde con lo que estaba hablando por lo que intentar huir por la casa, él la atrapa en su dormitorio y le dispara en la nuca. Esta muerte fue doble al estar Amparo embarazada.
En la vivienda no están ni la carta ni la joya que Jarabo intentaba recuperar por lo que se cambió la camisa que estaba ensangrentada, preparando la escena y los cadáveres de tal forma que dieran la impresión de que se trataba así de un crimen de índole sexual.
Jarabo durmió esa noche en el apartamento porque la puerta del portal estaba cerrada y entonces al día siguiente por la mañana abandonó la casa del crimen y se dirigió al popular cine Carretas, un local de sesión continua, y luego pasó la tarde descansando en la pensión donde residía, a la espera del lunes para intentar su última jugada con el socio de Emilio Fernández, Félix López Robledo.
El lunes, 21 de julio de 1958, Jarabo esperó a Félix López Robledo en Jusfer y usa el llavín de Fernández para colarse en la tienda y esperar a López donde sin darle tiempo a nada, le disparó dos tiros en la nuca, muriendo éste en el acto.
Jarabo hace un registro completo sin encontrar la joya ni la carta pero a pesar de ello se apoderó de varios efectos y se cambió de traje, pues el suyo está escandalosamente manchado de sangre para llevarlo a una tintorería de confianza y luego se dirigió al bar Chicote y pasó la noche con dos mujeres que conoció allí.
La mañana del martes 22 de julio, la policía, advertida por los dueños de la tintorería, lo detuvo en la puerta del local cuando se disponía a retirar su traje limpio.
Otras versiones apuntan a que fue el comisario Viqueira, el encargado del caso, quien se puso a rastrillar las tintorerías de la capital, ya que las muertes «dejaban mucha sangre, demasiada», y el asesino podría haber buscado un claramente un establecimiento de limpieza.

Lugares donde Jarabo cometió los asesinatos
Se habían descubierto los cadáveres y el propietario de la tintorería había informado a la policía del encargo que le había hecho Jarabo y sin oponer resistencia fue conducido a la Dirección General de Seguridad, en la Puerta del Sol.
Pidió que subieran comida para todos desde el restaurante Lhardy, una botella de coñac francés, y también consiguió que le dieran una inyección de morfina. Después fue contando los hechos donde manifestó que sentía profundamente la muerte de las dos mujeres, pero no así las de los que le habían chantajeado.
El 29 de enero de 1959 se inició el juicio en el Palacio de Justicia de Madrid y durante los cinco días que duró el juicio al final fue condenado a cuatro penas de muerte con las accesorias para el caso de indulto, interdicción civil y también inhabilitación absoluta durante el tiempo de la condena, indemizaciones de un total de 200 000 pts para cada uno de los herederos y al pago de las costas procesales, así como a otras penas menores.
La ejecución fue un difícil debido a la falta de fuerza del verdugo Antonio López Sierra y al robusto cuello de Jarabo, y que se prolongó por más de 25 minutos la agonía del reo.
Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Jos%C3%A9_Mar%C3%ADa_Jarabo