El científico que acabó con los envenenadores

El arsénico es uno de los venenos más populares de la historia donde hay documentación que afirma de su uso desde la época romana hasta nuestros días, tan popular que en la Francia del siglo XIX recibió el apodo de “polvo para heredar”.
En 1832, todos los periódicos seguían el juicio de John Bodle, el nieto de una importante y adinerada familia, o sea, una mañana, los Bodle estaba tomando café tranquilamente cuando empezaron a encontrarse muy enfermos, sintiendo náuseas y parálisis de sus extremidades.
La mayoría de los familiares lograron sobrevivir pero el anciano de la familia, Geogie Bodle, falleció. y la policía enseguida determinó que habían sido envenenados ya que el principal sospechoso fue el único que no había bebido café y que “casualmente” era el beneficiario de las múltiples herencias si todos fallecían: el nieto John Bodle.
Para comprobar esta teoría, los forenses extrajeron una muestra del contenido del estómago de la víctima y la llevaron al químico y patólogo forense James Marsh para que determinara la causa de la muerte.
Marsh aplicó el procedimiento habitual para detectar arsénico: el método de Gutzeit donde se ponía en contacto el contenido del estómago con gas de hidrógeno, el cual reaccionaria con el posible arsénico formando un compuesto de color amarillo que se depositaba en una tira de papel.
Al hacer la prueba, Marsh obtuvo la mancha amarilla característica, así que se preparó para testificar pero no se pudo celebrar y en su defecto se aplazó un día.
Ese retraso era crítico para Marsh ya que el compuesto amarillento que demostraba la presencia de arsénico era inestable despareciendo en el plazo de veinticuatro horas y ante la ausencia de pruebas que demostraba que había sido envenenado Boyde salió en libertad.
Marsh se quedó profundamente afectado y durante cuatro años se puso a investigar algún método que detectara el arsénico de una manera más estable.
Finalmente dio con la solución: si el arsénico se combinaba con zinc y ácido sulfúrico se formaba vapor de arsénico, un humo negro que se pegaba con facilidad en cualquier superficie.

James Marsh
El aspecto oscuro del humo y las muestras manchadas de negro saltaban a la vista y tenía como ventaja poder indicar la concentración de arsénico que había en la muestra.
De este modo, Marsh publicó el método que acabó siendo bautizado con su nombre, y se empezó a usar en los laboratorios forenses de algunas capitales. Pero no fue hasta un año después, en el que un nuevo y polémico caso de envenenamiento lo llevó a la fama.
Marie Lafarge era la hija bastarda de una familia noble francesa donde su padre consiguió un matrimonio de conveniencia con Charles Lafarge, un juez de paz con el que se fue a vivir a un monasterio reformado en palacio.
La idea de vivir en un palacio la atrajo en un primer momento a Marie, pero al ver que su marido era de origen campesino y siempre estaba ahogado en deudas, empezó a trazar un plan.
En uno de los viajes de trabajo de Charles en Paris, le envió varias cartas de amor y un trozo de pastel de Navidad donde nada más comerlo, Charles padeció náuseas y mareos que atribuyó a la contaminación de la tarta durante el transporte.
Los síntomas continuaron durante unos meses más, y los médicos lo atribuyeron a la cólera pero cuando volvió a casa, Marie se dedicó a cuidarle y prepararle comida, añadiendo un “azúcar de azahar” muy sospechoso en sus platos, cuya cantidad aumentaba a medida que Charles se ponía más y más enfermo hasta fallecer.
La familia de Charles vigiló de cerca la enfermedad de Charles y ya llevaban un tiempo sospechando de Marie pues cuando Charles finalmente falleció, la llevaron a juicio acusándola de envenenamiento.
En el juicio demostraron que Marie había comprado matarratas justo el día antes de enviar el pastel y a la vuelta de su marido, por lo que el arsénico era el principal sospechoso como arma del crimen.

Marie Lafarge y el matarratas que usó para envenenar
Ella dijo que el arsénico era para las trampas de ratones puestas en el palacio, pero al comprobar las trampas solo había una mezcla de harina y agua.
Viendo que el caso estaba siendo seguido por los periódicos, el juez quiso que no hubiera ninguna posibilidad de error a la hora de juzgar a Marie, por lo que pidió al jefe de policía el método Marsh y salió negativo para arsénico.
Pese a ello, los boticarios intentaron detectar arsénico en los platos y vasos de la casa, sin resultados y cuando estaban a punto de descartar el envenenamiento tomaron muestras de comida que la familia había llevado a la policía para el caso donde el humo negro apareció y encontraron que tenían arsénico suficiente como para envenenar a diez personas.
El último experimento se hizo en el propio juzgado, con la vista de todos al aparato de vidrio que empezó a liberar una pequeña cantidad de vapor de arsénico de la muestra del estómago de la víctima siendo la prueba definitiva para encarcelar a Marie con cadena perpetua.
El método Marsh tuvo un papel tan importante en el juicio que a partir de ese instante se tomó como la prueba por referencia para detectar arsénico y si se usa la química para asesinar, también podemos usarla para encontrar al asesino.
Fuente: https://flipboard.com/@LaRazon/el-cient-fico-que-acab-con-los-envenenadores/f-4b2e8e2882%2Flarazon.es