El marino español Juan del Águila

Juan del Águila nació en Ávila en 1545, en el seno de una familia de nobleza provinciana pues era el cuarto hijo de Miguel del Águila y Velasco y de Sancha de Arellano; y nieto del Señor de Villaviciosa.
Militar curtido bajo la tutela de García de Toledo tomó parte en las jornadas del Peñón de Vélez de Gomera, Córcega y Malta.
Pasó después a Flandes como capitán de lanceros, donde fue gobernador de diversas plazas, y luchó en las batallas de Maastricht, de Vileborde y al ser ascendido a maestre de campo, tuvo una participación decisiva en el famoso asedio de Amberes (1584-1585), bajo las órdenes de Alejandro de Farnesio.
En agosto de 1585 fue uno de los militares que marcharon a oponerse a la última y definitiva salida de los defensores, contribuyendo a sostener la posición hasta la llegada de Farnesio con el grueso.
En el subsiguiente contraataque cayó totalmente derrotado el enemigo, y pocos días más tarde se firmaban las capitulaciones de rendición y de vuelta a España, Águila defendió La Coruña del ataque de los ingleses.
En 1590 se le puso al frente de la expedición a Bretaña concebida para ayudar a los rebeldes católicos que eran liderados por el duque de Mercoeur.

El sitio de Amberes
Desembarcó en Saint Nazaire con un ejército de tres mil quinientos hombres con los que tomó Blavet y Brest, e hizo levantar el asedio enemigo sobre Dola, llegando a dominar todo el país gracias al apoyo naval de la escuadra de Diego Brochero.
Sin embargo, no tardaron en surgir disensiones entre Mercoeur y los militares hispánicos, y ello provocó que en 1595 los calvinistas tomaban Brest.
Tres años después Felipe II firmaba la Paz de Vervins (1598), tratado por el cual Águila tuvo que repatriar el cuerpo expedicionario y demoler las importantes fortificaciones que había levantado.
En mayo de 1600, él, su esposa y el contador del ejército fueron encarcelados inculpados “de haberse entonces aprovechado de la hacienda del Rey más de lo que fuera justo” (Cabrera de Córdoba, 1997).
A principios de agosto de 1601, Juan del Águila desembarcaba en el pequeño puerto irlandés de Kinsale, al mando de otra fuerza expedicionaria de tres mil quinientos soldados, para liberar a los irlandeses del yugo inglés.
La empresa fue un fracaso por la falta de entendimiento entre Águila, el arzobispo español de Dublín, Mateo de Oviedo, y el general de la escuadra naval, Diego Brochero, que lo abandonó incomunicado y sin recursos.
Los ingleses cercaron Kinsale, y a pesar de las salidas que acometió, junto con las fuerzas de Ocampo estando desembarcadas en Baltimore y los propios irlandeses, se vio imposibilitado de sustentarse, y por ello forzado a concertar capitulaciones con el enemigo.
Isabel I de Inglaterra dispuso la salida de lo que quedaba de su ejército, y más tarde y separadamente la suya propia, tras haber cedido todas sus posiciones a los ingleses.
En marzo de 1602 regresaban a España los mil hombres supervivientes de la aventura, y Águila lo hacía sobre mediados de abril siguiente “sin haberse hecho cosa de consideración”.
Tras la ratonera de Kinsale, volvió de nuevo a Flandes, bajo las órdenes de Ambrosio Spinola, donde participó en el sitio de La Esclusa (1604).
El 13 de marzo la flotilla llegó a La Coruña donde Juan del Águila pagó de su bolsillo un hospital de campaña para atender a los muchos heridos.
Permaneció bajo arresto domiciliario en La Coruña, lo que le impidió ir a Madrid para explicar su actuación en Irlanda pero en la Corte se preparaba un Consejo de Guerra contra él, pero no llegó a verlo, pues murió en agosto.
Según cuenta Emilio González López: «Abrumado por ésta detención, que suponía una grave censura a su conducta militar en Irlanda, murió don Juan del Águila, probablemente a principios de agosto».
Fuente: http://dbe.rah.es/biografias/7217/juan-del-aguila