Masacre de los bretones

La masacre de los bretones, también conocida como Sacco dei Bretoni o masacre de Cesena, fue una masacre cometida el 3 de febrero de 1377 cuando, a pesar de haberse rendido, resulta que la mayoría de la población de la ciudad de Cesena fue asesinada por tropas mercenarias contratadas por el estado de la Iglesia.
En 1375, con vistas al inminente regreso del Papa a Roma desde Aviñón, los legados papales estaban así reasignando los territorios del estado de la iglesia que, después de la muerte negra de 1348, había sido sometido a epidemias, hambrunas y estancamiento económico debido a la falta de trabajo.
Los legados papales eran todos de origen francés y mal visto por la población local, o sea, que bajo estas condiciones, Florencia solicitó grano de Bolonia, pero el cardenal de la ciudad, Guillermo de Noellet, pues se negó a conceder la ayuda solicitada.
Mientras tanto, el Papa había contratado a la compañía de los bretones, famosos por su ferocidad, que así movieron el asedio contra Bolonia antes de dirigirse contra Florencia.
En este contexto se produjo la guerra de los ocho santos entre Florencia y otras ciudades italianas contra el papado.
El regreso del Papa a Roma después del cautiverio de Avignon, sin embargo, no puso así fin a la guerra en Emilia y en Romagna, donde los mercenarios, en el pago del Estado de la Iglesia y las órdenes pues de los legados del Papa, furiosos contra las personas que se suponía que debían defender, generando entonces resentimiento y, en particular, trastornos en Cesena que era una ciudad que, entonces tras la rendición de los Ordelaffi en 1357, estaba bajo el control de la familia Malatesta, leal a la autoridad papal, permitiendo al vivac en la ciudad de Romagna a los bretones dedicados al asedio de Bolonia.
Para sofocar la revuelta, el cardenal Robert de Ginebra, entonces llamado «macellator caesenatum» , y que se convertiría en un antipapa con el nombre de Clemente VII llamó a las otras tropas mercenarias como un refuerzo, cuyo jefe era el condottiere inglés John Hawkwood, las crónicas del italiano del momento así era conocido como Giovanni Acuto, a quien ordenó la masacre de la población de Cesena (Roma).
En Cesena, el 2 de febrero de 1377, un altercado entre unos mercenarios de Bretaña y algunos carniceros degeneró en un motín que se extendió rápidamente por toda la ciudad; los enfrentamientos continuaron durante todo el día y, inicialmente, los mercenarios fueron los peores, tanto es así que el legado papal se vio obligado a esconderse dentro de la ciudadela para escapar de la furia.
Los mercenarios el 3 de febrero saquearon la ciudad, masacrando a su población, pero a pesar de haberse rendido ya dejando las armas con la promesa del perdón; la represalia no escatimó a nadie, ni siquiera a mujeres y niños, y al final tuvieron más de 4. 000 muertos.
Los cronistas del momento informan sobre 4. 000 muertos y tantos deportados entre la población civil; otras fuentes reportan más de 5. 000 víctimas entre los habitantes de la ciudad y el campo circundante.
El Municipio de Florencia el 8 de febrero, denunció las atrocidades cometidas por el cardenal, enviando una carta a la ciudad aliada con Perugia, Arezzo, Perugia, Fermo, Ascoli y Siena, así como al rey de Francia y otros gobernantes de Europa.
Más tarde Cesena, ahora destruida, será otorgada por el Papa Urbano VI a Galeotto I Malatesta, quien así reconstruirá la ciudad que establece el señorío de la Malatesta.
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