Bernardino de Obregón

Bernardino de Obregón nació el martes 20 de mayo de 1540 en las Huelgas de Burgos, de padres de noble y antiguo linaje pero siendo un niño quedó huérfano y fue educado por un tío suyo, Chantre de Sigüenza que tras fallecer, Bernardino queda bajo la protección del Obispo de Sigüenza, D, Fernando Nuño de Guevara.
Había comenzado estudios eclesiásticos, más al morir asimismo el Obispo, su protector, se vuelve pues a encontrar sin medios de fortuna y entonces se ve obligado a ingresar en el ejercito alistándose entonces en la Compañía del Capitán Juan Delgado sirviendo en la campaña de Flandes, a las órdenes del maese de Campo Navarrete y asiste con éste al cerco y toma de San Quintín, siendo de los primeros en el asalto a la plaza.
Finalizada la guerra, alcanza fama de valeroso y esforzado campeón y como tal, el favor del Rey Felipe II, que le distinguió con el hábito de Santiago y con su real favor, que más tarde continuaría, hasta el mismo lecho de muerte del monarca, en donde le asistió en sus últimos días; y ganándose también el favor del Duque de Sessa, que le nombró su caballerizo.
Dice de él un biógrafo: “Instalado en la Corte dio muestra de valeroso y entendido; mozo, galán, bizarro, estimado de los grandes señores, amado de un príncipe tan grande como el Duque de Sessa, airoso así a caballo y brioso a pie”.
Así era, a la sazón, Bernardino, cuando un hecho fortuito hace cambiar radicalmente su vida, o sea, que paseando un día de 1566, por la madrileña calle de Postas, muy aseado y galán resulta que mientras un menestral estaba limpiando el barro de dicha calle cometió la involuntaria torpeza de mancharle la ropa y debido a ello, Bernardino, encolerizado, levanto la mano y asesto al hombre una bofetada en el rostro por lo que cayó al suelo.
A la ira del caballero, respondió la humildad heroica del sufrido menestral, que se puso de rodillas a sus plantas, en demanda de perdón, por la ofensa que al mancharle le infiriera.
Pasmado y absorto se quedó nuestro caballero, al ver el ejemplo tan grande de humildad y queriendo así satisfacerle le pidió a su vez perdón y avergonzado de haber hallado quien excediese en paciencia debido al exceso de su cólera.
Cual otro Saulo, detenido en su carrera por la voz del Señor, determina desde ese momento consagrarse completamente a Dios, ejerciendo la más bella de las virtudes, la caridad.
Decidió pues, que si había ofendido a Dios en un pobre, se debía dar, por desempeño al mismo Señor, al servicio de muchos pobres.
A partir de ese mismo momento, se deshace de cuando le pertenece en favor de los necesitados y así se constituye en estado de total pobreza para consagrarse exclusivamente al socorro y asistencia de los más pobres y a purificar su alma por la penitencia y la oración.
Llevó a cabo sus propósitos, entrando en el año de 1567 a servir a los pobres enfermos en el Hospital de Corte; muchos siguen su ejemplo y en 1568 forma con ellos una Congregación aprobada por el Nuncio, llamada de Hermanos Mínimos siervos de los pobres enfermos, que son conocidos pues como Hermanos Obregones, que adquirió prosélitos y se extendió por provincias y a la cual se le dieron en 1587 las Reglas de la Orden Tercera de San Francisco de Paula, con votos de pobreza, castidad y obediencia y a la que S.S. el Papa Paulo V autorizó a llevar sobre el hábito gris una cruz morada en el lado izquierdo.
En 1579, por encargo del Rey Felipe II y con el auxilio de personas piadosas, pudo fundar así el Hospital de Santa Ana, que estuvo en la calle hoy llamada de San Bernardo (entonces de Fuencarral en el sitio en que hoy es cortada por la Gran Vía), y allí perfecciona aun más su obra y para cuidar, del alivio material a los pobres, con sus trabajos, así como de su bien espiritual.
Con los Hermanos Mínimos de su Congregación extiende su solicitud al sufragio de las almas de los que allí fallecían y establece para ello la Cofradía de Ánimas, adquiriendo limosnas para este fin y caso insólito hasta entonces, saliendo el mismo en persona a pedirlas por las noches por las calles de Madrid.
Inmediatamente después, instituye pues también el venerable Bernardino la Archicofradía del Santísimo Sacramento, uniéndole e incorporándole a la Cofradía de Animas.
Queda así construida, con las debidas licencias eclesiásticas, en el año 1579 la Archicofradía del Santísimo Sacramento y Animas de los Pobres que mueren en el Hospital, la cual es a su vez pues incorporada a la Archicofradía del Santísimo Sacramento de Santa Maria sobre Minerva, de Roma y en 1580 celebra así su primera función anual de Minerva.
Las misiones principales del instituto que inculca el venerable Padre Obregón en los cofrades son pues : primero, venerar el Santísimo Sacramento y después, recaudar limosna para entierro de los cuerpos y el sufragio de las almas, de los pobres fallecidos en los Hospitales.
En 1587, el rey Felipe II reunió en uno solo, llamado general, todos los hospitales, para lo cual obtuvo la bula del Papa Paulo V y el 24 de julio de dicho año se inaugura en el Hospital General de la Carrera de San Jerónimo, situándolo en el convento de Dominicas de Santa Catalina de Siena (frente al Congreso).
Es enviado posteriormente nuestro venerable fundador a Lisboa y después a Valencia para poder llevar a cabo la reorganización de los hospitales.
Además, funda asilos para niños huérfanos, etc., y el 8 de septiembre de 1596, se establece próximo a la Puerta de Atocha el Hospital General de Nuestra Señora de la Anunciación y San Roque (calle Drumen) y a él se traslada el de la Carrera de San Jerónimo y con él, el Padre Obregón, a seguir sus santas obras, lo que prosiguió hasta 1599.
Tan piadoso varón, modelo de caridad, humildad y pobreza, entrega su alma a Dios el día 6 de agosto de 1599, rodeado de sus hermanos de Congregación e individuos de la Archicofradía y su muerte fue muy sentida y llorada por todos los que habían tenido la suerte de conocerle y apreciar sus virtudes.
Se dispuso que estuviese el cuerpo manifiesto por tres días y que la veneración pudiera admirar entonces su incorruptibilidad y tomar reliquias y es de admirar que asolando Madrid una terrible epidemia de peste y siendo en agosto, ninguno de estos factores ahuyentaran al pueblo que se apresuro a tomar reliquias, lo que hizo preciso que se renovase el hábito, hasta tres veces, antes de ser inhumado.
Se verificó su entierro con gran pompa, honrándole con su presencia el rey Felipe III, la Nobleza, Clero y notables de la Corte pues inmediatamente de fallecer el venerable, cesó la peste.
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