Batalla de Tigranocerta

La Batalla de Tigranocerta fue un enfrentamiento militar librado el 6 de octubre del 69 a. C. entre las fuerzas de la República romana, dirigidas por el proconsul Lucio Licinio Lúculo, y el ejército del Reino de Armenia, encabezado por su monarca, Tigranes el Grande. El resultado fue la victoria de los romanos y la captura de la capital armenia, Tigranocerta.
La batalla fue parte de la Tercera Guerra Mitridática entre la República de Roma y Mitrídates VI del Ponto, suegro de Tigranes que huyó en busca de apoyo de su yerno tras ser batido, y Roma invadió Armenia habiendo sitiado la ciudad de Tigranocerta.
Los enviados del rey Tigranes habían prometido al tribuno Apio Clodio guiarle hasta Antioquia, en donde afirmaban que allí se encontraba oculto Mitridates.
Sin embargo, los guías sirios de la expedición parecían incapaces de encontrar la ruta adecuada, y el grupo de romanos pasó un par de meses deambulando por la zona.
Finalmente, un esclavo sirio condujo al grupo de Apio hasta Antioquia pero Mitridates no estaba allí, y el rey Tigranes se encontraba en una expedición de castigo contra los rebeldes fenicios.
El tribuno Apio esperó en Antioquia nuevas noticias, ya fuera de Tigranes o de Mitridates, pero no ocurrió nada durante un año pues finalmente el rey de reyes Tigranes II el Grande se dignó en aparecer y conceder al tribuno la primera audiencia que un rey de Armenia concedía a un alto dignatario romano.
Apio comenzó su discurso afirmando que era el enviado de Lúculo, el imperator del ejército romano y gobernador de la provincia romana de Asia exigiéndole la entrega de Mitridates pues de no hacerlo Roma declararía la guerra a Armenia.
Según Plutarco, nadie había hablado de tal manera al rey Tigranes en sus 25 años de reinado, y su rabia se desató, replicando a Apio Clodio que nunca entregaría a Mitridates, y que si Roma declaraba la guerra, el rey de reyes lideraría a toda Armenia contra el invasor.
Apio Clodio volvió a Sinope a darle a Lúculo las noticias de la negativa a colaborar del rey Tigranes pues llevado por la rabia, el orgullo y el deseo de conseguir mas gloria, Lúculo decidió poner de nuevo en pie de guerra a sus legiones y cumplir con su amenaza, invadiendo Armenia.
Pero el Senado Romano no había concedido a Lúculo autoridad para extender la campaña contra Mitridates mas allá del río Eúfrates ya que los senadores llevaban muchos meses acusando a Lúculo de llevar a cabo una campaña contra Mitridates por interés personal.
Si Lúculo cruzaba el Éufrates e invadía Armenia se convertiría en agresor, y estaría peligrosamente cerca de ser colocado fuera de la ley por el senado romano pues los cónsules de aquel año, Cneo Pompeyo y Marco Licinio Craso, se asegurarían de ello.
A principios del año 69 a.C., dejando en el Ponto a sus dos legiones menos fiables, Lúculo marchó a través de Capadocia y cruzo el río Éufrates a la altura de Tomisa, e invadió Armenia con 15.000 legionarios y auxiliares.
Cruzó la cordillera del Antitauro en las cercanías del lago Golcuk y se dirigió hacia el sur donde su objetivo primario era ocupar la costa de Cilicia y el norte de Siria, territorios que el rey Tigranes había arrebatado anteriormente a los partos y a los reyes seleúcidas sirios.
Lúculo tenía la esperanza de reclutar allí un gran número de soldados y poder garantizarse una vía marítima de aprovisionamiento totalmente segura.
Desde allí, se dirigió directamente sobre Tigranocerta, en Mesopotamia, la nueva capital de Armenia construida por el rey Tigranes, situada a 50 kilómetros al este de la antigua ciudad de Nisibis.
Lúculo dejó un pequeño contingente haciendo los preparativos iniciales del asedio a la ciudad, mientras el grueso del ejercito acampaba en la llanura cercana.
Tigranes, haciendo caso omiso de los avisos de sus consejeros militares, decidió buscar una batalla decisiva y atacar de frente a las tropas de Lúculo pues se mantuvo a la defensiva esperando que el paso el tiempo minara las fuerzas romanas, reunió un enorme ejército y se dirigió hacia su capital.
Lo más probable es que las fuerzas de Lúculo serían tres legiones (15.000 legionarios), 13.500 jinetes (3.500 romanos y 10.00 gálatas y trácios), y 25.000 infantes auxiliares en total unos 40.000 efectivos.
Según Plutarco, las tropas de Tigranes totalizaban más de 250.000 soldados, incluyendo 20.000 arqueros bactrianos y 55.000 jinetes, de los cuales más de 15.000 eran catafractas.
Tigranes había decidió actuar de inmediato por que en Tigranocerta se encontraba el harem real y, sobre todo, Zosimé, la concubina preferida del rey.
El rey armenio realizó el primer movimiento, enviando una fuerza de 6.000 jinetes nómadas a la ciudad, que atravesaron fácilmente la débil línea romana que asediaba Tigranocerta, rescataron a las concubinas, a sus hijos y el tesoro real, y volvieron victoriosos al campamento del rey.
Los dos ejércitos convergieron hacia el río Batman-Su ligeramente hacia el suroeste a Tigranocerta. Desde una colina sobre el río Tigris, Tigranes y sus generales observaban el ejército romano al otro lado del río.
Allí fue donde Tigranes pronunció la frase que le haría entrar en la historia: ‘‘Si los romanos vienen como embajadores, son demasiados. Si vienen como un ejercito, son muy pocos”.
El ejército de Tigranes se situó en la orilla oriental del río, mientras que Lúculo, que había dejado una retaguardia para continuar el asedio de la ciudad, se situó frente al ejército armenio en la orilla oeste del río.

Mapa del desarrollo de la batalla
El ejército armenio desplegó a vanguardia su caballería en tres grupos. Dos de reyes vasallos Tigranes se situaron a los flancos izquierdo y derecho, mientras que Tigranes se situó en el centro con sus catafractas en el centro. El resto de su ejército se puso frente de una colina, una posición que Lúculo tardó poco en explotarla.
Lúculo por su parte, desplegó probablemente en simplex acies, con el fin de poder cubrir todo el frente armenio, situando su caballería en retaguardia, reservó dos cohortes en manípulos para vadear el río y ocupar la colina que dominaba el campo de batalla, para posteriormente cargar sobre el flanco de los catafractas, atacando a los caballos que montaban.
Lúculo atacó rápidamente, antes de que los 20.000 arqueros de Tigranes pudiesen desplegarse adecuadamente y envió a su caballería ligera tracia y gálata sobre la retaguardia de los catafractos armenios.
Tigranes y sus generales se sorprendieron ante el ataque de los romanos ya que pensaron que adoptarían una estrategia defensiva puesto que eran muy inferiores en número.
Con la caballería ligera romana a su retaguardia, y los legionarios atacando su flanco, los catafractos rompieron su formación y retrocedieron de forma desordenada sobre sus propias líneas de infantería ligera, desarticulándola por completo.
Por una vez, los legionarios de Lúculo obedecieron sus órdenes y dejaron el saqueo del campamento armenio para más tarde, dedicándose en cambio a masacrar a las tropas de Tigranes en su huida.
La matanza duró hasta el anochecer, y según las fuentes de la época, las pérdidas del rey Tigranes oscilarían entre 10.000 y 100.000 hombres y según Plutarco en el lado romano, “sólo un centenar de heridos, y cinco muertos.”
Conmocionado por la derrota el rey Tigranes partió con su hijo y sus consejeros hacia las montañas con el objetivo de no ser reconocido y capturado por los destacamentos de caballería ligera que Lúculo había enviado en su busca.

Tercera Guerra Mitridática. Operaciones de Lúculo en el 70 y 69 a.C.
Tras su huida el rey de reyes Tigranes entregó su tiara real a un esclavo de su confianza, encomendándole la tarea de ocultarla y protegerla con su vida.
Tigranes se dirigió hacia el norte, y en el camino se encontró con Mitridates y su fuerza de 12.000 jinetes, que llegaba tarde al combate porque no había esperado que los romanos atacaran primero y tras ello ambos unieron sus fuerzas dirigiéndose al norte de Armenia.
Las tropas de Lúculo pasaron los siguientes días dando caza a los fugitivos y asediando Tigranocerta, que no resistió más de una semana donde sus habitantes fueron enviados a Cilicia, Siria y Grecia.
Para comenzar a desmembrar el reino de Tigranes y privar al rey de sus apoyos, Lúculo cedió el gobierno de Antioquia a Antioco, descendiente de los antiguos reyes seleucidas, que rápidamente reclamo (y obtuvo) el control de toda Siria.
Varios príncipes de Arabia renegaron de sus alianzas con Tigranes y juraron lealtad a Lúculo, pues gracias a ello les cedió varios miles de jinetes para su ejercito.
Los lideres locales de la provincia de Sofene rindieron pleitesía al nuevo gobernante, y los ciudadanos de Corduene ejecutaron al gobernador armenio Zarbienos, y enviaron su cadáver a Lúculo como muestra de arrepentimiento por su anterior rebelión contra el gobernador romano de la ciudad.
Fuente: https://arrecaballo.es/edad-antigua/guerras-mitridaticas/tercera-guerra-mitridatica-75-65-ac/