El tesoro de áureos de Trier

En Septiembre de 1993, un fabuloso tesoro de áureos dotó de la noche a la mañana al Museo Estatal Renano de Trier de una de las mayores colecciones de moneda antigua de oro del mundo.
Durante las excavaciones de un aparcamiento de varios niveles en los terrenos de un hospital, una vasija de bronce con forma de cubo, de unos 25cm de altura, se resquebrajó por la acción de la excavadora; la vasija tenía un cuello vertical elevado y una tapadera que lo cubría envolviéndolo por completo; pues se cree que originalmente contenía más de 2650 áureos romanos.
El lugar del hallazgo se encontró aproximadamente a 50cm bajo el sótano en un área que tuvo extensas redes de subsuelo en una zona residencial romana del s. II al s. IV dC en el barrio occidental de Augusta Treverorum, un área donde ya hubo otros hallazgos, como un depósito de 49 utensilios de plata decorada pesando más de 100 kg y descubiertos en 1628.
Pesando en total 18.5 kg, el tesoro es el más importante a nivel mundial en áureos del periodo imperial romano y de las originales más de 2650 piezas, 2518 (más de un 95%) fueron así a la colección del Museo Estatal Renano de Trier.
Hasta ese momento los hallazgos de áureos más importantes habían ocurrido en París (1860), Mespelear en Bélgica (1607) y Santiponce en España (1898), conteniendo todos ellos entre 1500 y 2000 monedas.
El hallazgo más importante en Alemania había sido en Perscheid, cerca de Oberwessel del Rín, con 588 áureos, ocurrido en 1693, exactamente 300 años antes del hallazgo de Trier.
Excepto por unas pocas denominaciones menores, las acuñaciones eran todas ellas de áureos emitidos así durante los s. I y II d.C., con un peso medio de 7.27 g y una ley muy elevada de 990/1000.
En total cubren 29 emperadores, emperatrices y otros miembros de la familia imperial y las más antiguas fueron acuñadas en tiempos de Nerón en 63-4 dC, y las mås recientes con Septimio Severo entre el 193 y 196 d.C. donde un 96% fueron acuñadas en Roma, y el resto en Lugdunum, la actual Lyon.
Ochenta y cuatro de estas monedas fueron nuevos tipos o variantes, es decir, documentados por primera vez gracias a este hallazgo en Trier, o sea, las monedas de este tesoro comprenden alrededor de un 10% de todas las existencias de áureos a nivel mundial acuñados en el periodo entre 64 y 167 d.C..
Así pues, las monedas representadas en este hallazgo alteraron substancialmente la frecuencia de tipos individuales que se creía existentes (y raros) hasta ese momento. Además, numerosos áureos, en especial los que van de Nerón (54-68 d.C.) a Tito (79-81), presentan muescas o arañazos con los que quizá así sus dueños probaron en su día tanto su peso como su autenticidad.
Los áureos que van de los emperadores Nerón a Tito comprenden casi tres cuartas partes del tesoro, y las que van de Nerón al 68 d.C. más de un tercio, siendo esto así por la devaluación que ocurrió con Nerón en 64 d.C. con el objetivo de rellenar las arcas estatales y aligerar los efectos de la crisis financiera a causa de la guerra en Armenia, el fuego que consumió gran parte de Roma y además los áureos anteriores, más pesados, habían sido previamente retirados de la circulación y en su mayor parte fundidos.
Se supone que las piezas individuales estuvieron en su día envueltas en pequeños trozos de tela, y luego empaquetadas en bolsas de piel que fueron depositadas en la vasija.
Así su salvaguarda ocurrió como una especie de depósito cerrado, siendo accesible solo al dueño o bien al administrador, las únicas personas que podían quitar o añadir monedas.
El tesoro, depositado en 167 d.C., permaneció evidentemente intacto hasta que se quitó pues una bolsa alrededor de 193 d.C. y sobre el 196 d.C. se añadieron, por última vez, un pequeño número de áureos a nombre de Didio Juliano y Septimio Severo.
Como esta enorme cantidad de 2650 áureos no volvió a recuperarse del subsuelo del sótano, el dueño o administrador de los mismos pudo no haber sobrevivido a la guerra civil entre Septimio Severo (193-211 d.C.) y Clodio Albino (193-97 d.C.).
No se puede saber con certeza si la ocultación fue un hecho responsable del administrador del dinero, o quizá producto del egoísmo, por parte de un seguidor de Albino.
De cualquier forma pudo morir poco después, lo que le impidió volver a recuperar el tesoro o bien el de devolvérselo a su dueño. Como resultado, el hallazgo permaneció oculto hasta la actualidad, aunque el sótano fue utilizado hasta el s. IV d.C. con sucesivas renovaciones.
En febrero de 197 d.C., Clodio Albino fue derrotado de forma definitiva cerca de Lugdunum y producto de ello se suicidó pero antes había intentado sitiar Trier para integrarla pues en su círculo de poder, pero el sitio fue levantado por los soldados de la Legión XXII, por lo que el pueblo de Trier erigió una inscripción honorífica en Mainz (la romana Mogontiacum) poco tiempo después por sus servicios.
Como consecuencia de todo ello, podemos deducir que el fin de la serie de monedas en el 196 d.C. y el posterior sitio de Trier tienen sin duda una conexión directa.
Fuente: http://numismaticantigua.blogspot.com/2014/09/el-tesoro-de-aureos-de-trier-ave.html