Fiebre del oro de Klondike

La fiebre del oro de Klondike, denominada la fiebre del oro del Yukón o la fiebre del oro de Alaska, fue un frenesí de inmigración por fiebre del oro en pos de prospecciones auríferas a lo largo del río Klondike, cerca de Dawson City, Yukón, Canadá.
Se inició después que fuera descubierto oro a finales del siglo XIX. En total, se extrajeron alrededor de 12,5 millones de onzas de oro (alrededor de 20,12 m³) del área de Klondike.
A finales del mes de agosto del año 1896, un hombre excitado entró en el saloon de Bill McPhee en la pequeña población de Fortymile, o sea, en un campamento minero en la riba del río Yukón, en Canadá.
Cuando el forastero entró todos se giraron sorprendidos y éste con toda la respiración entrecortada por la emoción, dijo sólo unas palabras:
—Chicos, ¡hemos encontrado oro río arriba!
Esas palabras pronunciadas por George Carmack fueron el detonante de la mayor fiebre del oro de la historia, o sea, la llamada por todos la fiebre del Klondike.
El 17 de agosto de ese año, George Carmack, Skookum Jim y Tagish Charlie habían encontrado oro en el lecho de Bonanza Creek, un afluente del río Klondike, cerca de donde éste desemboca en el Yukón.
Según la ley canadiense, cada persona podía delimitar con estacas una sóla concesión para excavar una zona determinada y entonces el descubridor se podía quedar con dos concesiones, la inicial (Discovery Claim) y otra extra.
El grupo de Carmack ya había estacado todas las concesiones a las que tenía derecho y tuvieron claro que para poder excavarlas y además extraer el oro necesitarían una infraestructura que, aislados en medio de todas montañas boscosas y solitarias del Klondike, no tenían. Era necesario atraer a muchos mineros para acabar creando todo un campamento.
La mayoría de los mineros de Fortymile finalmente decidieron abandonar sus pobres concesiones para probar suerte en el Klondike y muchos de ellos se habían dedicado a la minería toda su vida.
Después de la fiebre del oro de California de 1849, una gran cantidad de los mineros que no habían hecho fortuna en las tierras de la costa oeste de los Estados Unidos empezaron a marchar hacia el norte, siguiendo la cordillera de las Rocosas.

Mapa de los yacimientos de oro de Alaska
Algunos de ellos se quedaron en Juneau, donde se había descubierto oro, y en la década de 1880 ya había unos doscientos mineros en Alaska y Yukón. Cuando corrió la voz que se había descubierto gran cantidad de oro en el Klondike, todos confluyeron allá y se montó un campamento que, en pocos años, se convirtió en una de las principales ciudades del Canadá: Dawson City.
A los pocos días de la aparición de George Carmack en Fortymile, Bonanza Creek, el lugar del descubrimiento, ya estaba del todo estacado y todos los mineros que todavía llegaban buscaban concesiones en todos los arroyos cercanos, esperando que por proximidad también escondieran pepitas de oro en sus fondos.
A medida que iban llegando más mineros, las concesiones que allí había se intercambiaban de manos e incluso había quíen se jugaba a las cartas una concesión demasiado pobre, o se vendía parte de una rica a cambio de una comida.

Skookum Jim, Tagish Charlie y George Carmack
Clarence Berry, camarero del saloon de Bill McPhee, intercambió la mitad de su concesión en Bonanza Creek por una mitad de una concesión en un arroyo cercano, bautizado como Eldorado Creek y que después de lavar la grava extraída en invierno y pagar a sus trabajadores, le quedó una fortuna de 130.000 dólares por unos meses de trabajo.
Otro minero compró una pequeña concesión sobrante que nadie quería y después de empezar a excavar en ella, la fracción resultó ser una de las secciones de tierra más ricas de todos los campos auríferos y proveyó a su propietario con medio millón de dólares en oro.
En verano de 1897, aquellos primeros mineros que habían descubierto oro en el Klondike y habían explotado sus concesiones retornaron triunfales al sur.
El primer cargamento de oro que había salido del Klondike bajó por el río Yukón desde Dawson City en dos barcos y cuando llegaron al puerto de St. Michael, en la desembocadura del Yukón, lo hicieron con una carga total de un millón y medio de dólares en oro.
Aquí el metal y pasajeros embarcaron en los vapores Excelsior y Portland, y así dirigirse a San Francisco y Seattle, respectivamente. El Excelsior, más pequeño y rápido que el Portland, llegó antes a su destino.
En la tarde del 14 de julio de 1897 desembarcaron en San Francisco los ricos mineros que, con sus sacos llenos de oro, fueron a las fundiciones Selby que era donde evaluaron la calidad.

Portada del Seattle Post-Intelligencer
Al siguiente día los periódicos de San Francisco se hicieron eco de la noticia sobre el descubrimiento, pero la divergencia entre los datos aportados por cada periódico diluyó la novedad.
El Seattle Post-Intelligencer siguió de una manera diferente la llegada a la cuidad de Seattle del Portland, prevista para el día 17 pues un periodista del periódico alquiló una barca para interceptar al vapor antes de que llegara a puerto y se entrevistó con el capitán y con varios mineros, concretando las cantidades de oro que transportaban.
Escribió el artículo durante el viaje de vuelta, avanzándose al Portland, por lo que antes de que el barco llegase a Seattle al siguiente día, el periódico ya había publicado la noticia en primera página con un gran titular: “¡Una tonelada de Oro!”.
La cantidad era tan fantástica que una gran multitud esperó en el muelle la llegada del vapor para comprobar si lo que decía el periódico era cierto por lo que cuando los mineros que volvían del Klondike mostraron varios sacos llenos del mineral, la noticia corrió como la pólvora por toda la ciudad y el país.
El Portland volvió a zarpar hacia el norte seis días después, con los futuros mineros que se dirigían hacia Dawson City y que según el Seattle Times, “los granjeros dejaban sus arados, los pasantes sus libros de contabilidad, los peones sus picos y palas, los padres se despedían de sus esposas e hijos y los hombres ricos, hombres pobres y hombres de clase media marchaban hacia las estaciones de tren con un único objetivo: la gran fiebre del oro estaba en marcha”.

Extracción de oro por mineros en el Klondike
De las 100.000 personas que marcharon hacia el Klondike a través de las cinco rutas que se usaron para llegar a él, ya fuera siguiendo el curso del Yukón desde su desembocadura en el mar de Bering; a través de Ashcroft en Columbia Británica; hacia el norte desde Edmonton a través de las montañas MacKenzie; o por el Chilkoot o el White Pass, sólo 50.000 de ellas llegaron finalmente a Dawson y sólo unas 4.000 encontraron oro y unas 400 consiguieron inmensas fortunas.
En diez años se extrajeron 300 millones de dólares en oro, pero este dinero fue a parar a una ínfima minoría de los que habían empezado el viaje. Y lo más irónico de la fiebre del oro del Klondike es que, aunque parecía la más difícil, la ruta del Chilkoot Pass fue en realidad la más fácil.
Desde el inicio los recién llegados podían ser objeto de estafas o robos y uno de los personajes más carismáticos de Alaska, fue Soapy Smith, uno de estos estafadores que llegó a ser considerado el rey de Skagway.
Uno de los métodos que usaba era a través del telégrafo pues como el único aparato de la ciudad pertenecía a Soapy Smith, y cuando los que lo usaban mandaban un mensaje de despedida a sus familiares de los estados del Sur, enseguida llegaba una respuesta solicitando ayuda económica porque les habían salido dificultades.
En realidad, el cable del telégrafo acababa en el mar y todos esos mensajes eran falsos, pero los estafados, queriendo ayudar a sus familias, mandaban dinero que nunca llegaba a su destino.
Un paso paralelo al Chilkoot fue el White Pass o Deadhorse Trail (el camino de los caballos muertos), apellidado así por las condiciones tan complicadas del camino que despeñaba las monturas o las mataba de cansancio.
A los pocos años se empezó a construir un ferrocarril para llevar carga y a personas hasta el lago Bennett, pero cuando se acabó de construir, la fiebre del oro ya había terminado y nadie lo usó.
Superado el paso del Chilkoot, los mineros construían una embarcación en Bennett Lake, donde nace el Yukón, y navegaban más de 600 km a lo largo del río hasta Dawson City.
La mayoría de los que se habían dirigido hacia el Klondike a partir de la llegada del Excelsior y el Portland, llegaron a Dawson a mediados de 1897, un año después del descubrimiento.
Todas las concesiones en los ríos ya estaban asignadas a los sourdough, los mineros veteranos que ya estaban cerca cuando se inició la fiebrey sin ver cumplido su sueño, los recién llegados sólo podían regresar de nuevo a sus casas, quedarse a trabajar en las minas como peones o trabajar en negocios que empezaban a nacer en Dawson.

Draga con rosario de cangilones usada para la extracción de oro
Uno de los primeros que intuyó que la riqueza se lograba más rápidamente aprovechándose de los mineros fue Joe Ladue, que en septiembre de 1896 construyó el primer edificio de Dawson City, esbozó un mapa de cómo debía ser la ciudad e instaló el primer aserradero.
El éxito de Dawson City fue efímero ya que pasó de una población de 40.000 habitantes en 1898, en pleno boom minero, a sólo un total de 8.000 en 1899, cuando con el descubrimiento de oro en Nome la mayoría de los mineros sin concesión marcharon de la ciudad hacia la costa oeste de Alaska.
Con los años, las minas se fueron agotando aparecieron las grandes dragas de madera de las grandes compañías, que excavaban con mayor eficiencia las concesiones ya trabajadas a pico y pala.
Fuente: https://www.icog.es/TyT/index.php/2014/07/la-fiebre-del-oro-del-klondike/