La leyenda del Diablo Chingo
Esta leyenda, oriunda de Guanacaste, es una de las más conocidas en todo el país. Se trata de un enorme toro negro, «chingo» (con cola corta o sin ella), con ojos ardientes como brasas y una enorme cornamenta, que causa espanto por los potreros de la llanura guanacasteca. Se dice que se trata del mismo Diablo en persona.
La leyenda más conocida narra la historia de un capataz (o mandador) que un Viernes Santo intentó lazar al Diablo Chingo, pero el animal, huyendo por la montaña, arrastró al mandador en una terrible persecución, para no volver a ser visto. Desde eso se asegura que los Viernes Santo, en el llano de Mata Redonda, a los pies del volcán Orosí, a las tres de la tarde pasan corriendo dos sombras, una detrás de la otra, que se internan en la montaña, oyéndose el grito de un sabanero que corre ganado y el mugido de un toro. En torno a esta leyenda, existe en Guanacaste una danza folclórica conocida como la Danza del Diablo Chingo.
En la provincia de Puntarenas, en especial en la zona de Chomes, existe una variante de esta leyenda, donde el Diablo Chingo no es un toro sino un gran venado astado que pierde a los cazadores en la montaña.
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