LOS CABALLEROS TEMPLARIOS
Documental donde nos hace un recorrido sobre el misterio y la historia que esconde la Orden de los Templarios
El lema olvidado de Madrid: » Fui sobre agua edificada, mis muros de fuego son «
El primer emblema de Madrid, datado sobre el siglo XII, representaba un pedernal sumergido parcialmente en agua, con dos eslabones a los lados entrelazados que frotan una piedra de sílex haciendo que de esta salgan chispas, según la descripción rescatada por el cronista de Madrid López de Hoyos en sus obras. En torno al conjunto heráldico se situaba una inscripción en latín «Sic gloria labore» (así es la gloria del trabajo), que se completaba con una la leyenda en castellano: «Fui sobre agua edificada, mis muros de fuego son, esta es mi insignia y blasón». Un lema olvidado hoy por los madrileños, del que solo quedan remotas huellas en las calles de la capital.
Uno de estas huellas está en la castiza plaza de Puerta Cerrada, que recibe este nombre porque era una de las puertas de la antigua muralla medieval, donde un mural pintado en los años ochenta porAlberto Corazón recuerda el lema y el escudo olvidados. Sobre una pared color azulado, color que remite al agua, aparece la frase «Fui sobre agua edificada, mis muros de fuego son». Una estampa que dio la vuelta al mundo como portada del número que la revista «Newsweek» dedicó a la capital de España en plena Movida Madrileña. Bajo el lema se encuentra la representación de una piedra del mineral sílex, el cual se ha empleado desde la Prehistoria para fabricar herramientas cortantes. El impacto de dos piedras de este tipo provocan chispas y, con ello, fuego. Este material, a su vez, fue empleado en la construcción de las murallas de origen árabe, la razón de ser de la cita «mis muros de fuego son».
Según la tradición, los muros de fuego eran las murallas de sílex (pedernal) que los árabes construyeron para protegerse de los ataques cristianos. Cuando los enemigos lanzaban flechas por la noche sobre las murallas de Madrid, el impacto provocaba un destello de chispas dando la impresión de que los muros eran de fuego. No en vano, la abundancia de este material en Madrid queda patente en que muchas iglesias y construcciones de herencia medieval cuentan también con este material en sus estructuras. Lo mismo ocurre en el Madrid de los Austrias, donde se siguió usando este mineral, como acredita el convento de la Encarnación, la Casa de los Lujares o la Casa de Cisneros.
Por su parte la vinculación de Madrid con el agua («Fui sobre agua edificada») hace referencia a la fundación de Madrid por los musulmanes sobre un terreno rico en acuíferos y arroyos, como el que corría por la Calle Segovia abajo, que provocaba que algunas zonas de la ciudad, como la propia Plaza Mayor, fueran pantanosas. De hecho, bajo Madrid existe un acuífero terciario (formado entre 5 y 20 millones de años atrás) con una extensión que sobrepasa los 2.600 km2. Sin embargo, más allá de su gran extensión, la importancia de este acuífero radica en su gran espesor, que alcanza los 3.000 metros en algunas zonas (Montes de El Pardo).
La relación de la región con el agua podría ser incluso anterior a los musulmanes. Según explica Jaime Oliver Asín en su libro «Historia del nombre de Madrid», el asentamiento visigodo anterior a la llegada de los musulmanes recibía el nombre de «Matrice», que se traduce como «madre de aguas». Los visigodos encontraron una gran fuente en lo que hoy se conoce como Plaza de Puerta Cerrada, donde surgía un arroyo que discurría hacia el río Manzanares.
Por su abundancia de agua y de otros recursos, los ejércitos musulmanes también establecieron un asentamiento fijo en el centro de la meseta hacia el siglo IX. Los árabes, grandes maestros de la canalización del agua, tradujeron probablemente el nombre visigodo a «Mayrit», palabra compuesta por el término árabe «Mayra» (madre o matriz) y el sufijo «it» (lugar). Tras la Reconquista, se recuperó el término de origen cristiano, «Matrice», que evolucionó a «Matrit» y posteriormente al actual Madrid.
Asimismo, la primera referencia clara a la emblemática osa del actual escudo de Madrid aparece en torno al año 1212 (aunque durante una incursión contra la taifa de Murcia se hace una breve mención). En la enseña que las milicias concejiles de Madrid llevaron a la batalla de las Navas de Tolosa con Alfonso VIII, figuraba un oso o una osa en forma pasante con siete estrellas en su lomo. El conjunto hace referencia a la constelación de la Osa Mayor, lo cual se justifica en la gran importancia que tuvo en Madrid la astronomía desde tiempos de los árabes.
Fuente: http://www.abc.es/