El caso de Nancy Bowen, el famoso asesinato de la tabla Ouija

En el otoño de 1929, en la reserva india de Cattaraugus, cerca de Buffalo, Estados Unidos, dos mujeres de la etnia seneca se sentaron sobre una tabla de ouija buscando entablar así una conversación con el “Más allá” pues a un lado de la tabla se encontraba Nancy Bowen, de 66 años, una curandera tribal y resulta el que frente a ella estaba Lila Jimerson, de 36 años, quien trabajaba en una escuela de la reserva.
Las mujeres buscaban afanosamente una explicación de la reciente muerte del esposo de Nancy Bowen, Charlie (Sassafras Charlie) Bowen, otro sanador de la reserva india de Cattaraugus.
En un determinado momento, lenta y sorprendentemente, la tabla Ouija supuestamente comenzó pues a revelar un sorprendente mensaje que supuestamente el espíritu de Charlie Bowen había mandado desde el “Más allá”: “Me mataron, me mataron”, decía el mensaje.
“¿Quién lo hizo?”, preguntaron de inmediato las dos mujeres y entonces la tabla deletreó una respuesta, letra por letra: “Clothilde”, agregando la dirección de la asesina (“Buffalo’s Riley St.”) y su descripción física (“baja, con mechones y algunos dientes perdidos”).
Curiosamente, Lila Jimerson le dijo a la viuda de Charlie Bowen que conocía a una mujer con ese extraño nombre: Clothilde Marchand, esposa de un tal Henri Marchand, de 53 años, un escultor parisino y además era el ex alumno de Rodin que había creado algunas dioramas de la naturaleza para el Museo de Ciencias de Buffalo.
Tras la sesión de espiritismo, Nancy Bowen comenzó a recibir varias cartas, firmadas pues por una tal “Sra. Dooley”, explicando que Clothilde Marchand era una bruja que había hechizado a su difunto marido por celos.

Lila Jimerson
«Su brujería no funcionó tan bien, así que decidió matarlo”, decía una carta pues así la curandera india, de ese modo, se convenció de que Clothilde Marchand había matado a su marido, y que ella era la siguiente en la lista.
De ese modo, el 7 de marzo de 1930, Nancy Bowen decidió tomar venganza por la muerte de su marido y se dirigió a la casa de la señora Clothilde Marchand y tras acusarla de que era una bruja, entonces Nancy Bowen sacó un martillo golpeándola hasta matarla y luego le metió papel empapado en cloroformo en su garganta.
El hijo de 12 años de la occisa finalmente encontraría el cuerpo cuando llegó a casa de la escuela y corrió al Museo de Ciencias cercano para contárselo a su padre.
La policía, horas más tarde, se enteró por los vecinos de que dos mujeres indias habían visitado así la casa antes del asesinato, y que Henri Marchand había trabajado en la reserva de Cattaraugus mientras creaba dioramas iroqueses para el Museo Estatal de Albany.
La policía le preguntó a éste si algún nativo tenía motivos para dañar a su esposa y resulta que al final sus pesquisas los llevarían a una de sus modelos, Lila Jimerson, quien al día siguiente del asesinato acabaría siendo detenida y acusada de homicidio, al igual que Nancy Bowen.
Tras la investigación judicial, se revelaría que Lila Jimerson, quien había dirigido la sesión de espiritismo a través de la tabla Ouija, mantenía un romance oculto con Henri Marchand, el viudo de la asesinada, o sea, Jimerson le dijo a los periodistas que el romance había comenzado en 1922, durante un viaje en coche.

Henry Marchand
Nancy Bowen, por su parte, testificaría que, obligada por fuerzas sobrenaturales, había tratado de matar a Clothilde Marchand con maleficios, pero finalmente recurrió al martillo y al cloroformo.
La atracción principal del juicio sería Henri Marchand, quien admitió que Lila Jimerson era entonces una de sus muchas amantes, “demasiadas para contarlas”, según confesó, asegurando pues que entre ellas se encontraban varias nativas.
Durante el primer juicio, el fiscal a cargo del caso sufrió un brote de una afección respiratoria que llevó al juez a declarar la anulación del proceso y en un segundo juicio celebrado un año después, Lila Jimerson testificó que estaba locamente enamorada de Henry Marchand, pero que no había participado pues en el asesinato, o sea, implicó al propio escultor parisino, asegurando que le había dicho que estaba “cansado” de Clothilde.
El asesinato de la tabla Ouija se convertiría en una sensación nacional en los Estados Unidos, con las dos mujeres retratadas como “indómitas indias”.
Nancy Bowen se convirtió en “la mujer hechizada”, y fue descrita como “siniestra, encorvada y marchita”, mientras que la revista Time describió entonces a Lila Jimerson, esbelta y atractiva según la mayoría de las personas, como “cetrina, de pecho plano, de pelo rapado y sin dientes”.

Artículo de la época haciéndose eco de la noticia
El viudo Henry Marchand, en tanto, fue elegido como víctima, o sea, un periódico decía así que el escultor “nunca fue consciente de las feroces pasiones aborígenes que había despertado”.
Finalmente, Lila Jimerson fue absuelta y puesta en libertad, al igual que Nancy Bowen, quien fue liberada después de declararse culpable de homicidio aceptando cumplir una corta sentencia y falleciendo años después en su reserva india.
En el momento del segundo juicio, el viudo Henry Marchand se había mudado a la localidad de Albany y se había casado con la sobrina de 18 años de su difunta esposa pues nunca procesado y murió en 1951.
Lila Jimerson, la autora intelectual del asesinato de la tabla Ouija, por su parte, se casaría con un hombre local y viviría una larga vida en Perrysburg, Nueva York, cerca de su antigua reserva, falleciendo en 1972.
Fuente: https://www.guioteca.com/fenomenos-paranormales/el-caso-de-nancy-bowen-el-famoso-asesinato-de-la-tabla-ouija/