Los orígenes de los Polinesios

Entre las escasas certezas arqueológicas sobre los antiguos pueblos del Pacífico hay claramente un hecho destacado, o sea, los pueblos polinésicos descienden de los creadores de un complejo cultural que es así llamado “Lapita”.
Este grupo humano se estableció en islas de una vasta zona oceánica desde Papua Nueva Guinea hasta la de Samoa entre 3800 y 3000 años a. C. y se caracterizaban por hablar una lengua austronesia y además el de poseer una gran capacidad para la navegación de largas distancias, lo que les hizo establecerse sobre todo en zonas costeras y lo más reconocido sobre la cultura Lapita en la arqueología actual es su destaca cerámica dentada, única en el mundo.
Los orígenes de la cultura Lapita, aún envueltos en misterio, se les asocia con la expansión de las lenguas austronesias por el sudeste asiático hacia Oceanía, en un episodio iniciado hace unos 5000 años desde Taiwán.
Sin embargo, la evidencia genética apunta hacia las Islas Molucas en el sudeste asiático y lo más probable es que la cultura Lapita haya tenido una mezcla genética, preservando pues el idioma austronesio de sus antepasados taiwaneses.
Los antepasados de los Lapita llegaron primero a Papúa Nueva Guinea, Islas Bismarck y las Islas Salomón unos 30 mil años después del poblamiento de esas zonas durante la anterior glaciación.
Los recién llegados conservaron un idioma y una identidad diferenciada de los habitantes primigenios y una vez establecidos en pequeños enclaves costeros dentro de grupos culturales diferentes, formaron así redes comerciales marítimas que contribuyeron al desarrollo de la navegación como se puede comprobar a partir de la difusión de obsidiana en bruto, herramientas, cerámica y conchas marinas.
En estos lugares construyeron aldeas formadas por viviendas sobre pilotes emplazados en aguas someras y en cuanto a la alimentación pasaron por un cambio de paradigma agrícola que consistió entonces en el abandono del cultivo de arroz y el desarrollo de una nueva base de productos alimenticios.
El fin del cultivo de arroz por parte de los inmigrantes austronesios se produjo probablemente por claras condiciones desfavorables para dicho producto en Papúa Nueva Guinea hace unos 5 mil años en donde la interacción de los austronesios con los pueblos melanesios les permitió aprender de nuevos cultivos.
En un lapso de un par de siglos, los Lapita expandieron su cultura hacia zonas que jamás habían estado y habitadas previamente por seres humanos y se establecieron con éxito en las islas Santa Cruz, Tikopia y en Vanuatu.
En el mismo proceso de colonización, con las depuradas técnicas de navegación, Nueva Caledonia y las islas de la Lealtad fueron pobladas y pasarían a ser la Provincia Sur Lapita.
En la Provincia Occidental, así como en las futuras Provincias Sur y Oriental Lapita, las aldeas resulta que se encontraban más hacia el interior, aunque siempre a corta distancia de accesos favorables hacia el mar.
En caso de haber un buen afloramiento de obsidiana, los Lapita establecían un poblado en ese sitio pues la exportación de obsidiana constituía buena parte del comercio entre poblados en las provincias Lapita.
Los nuevos cultivos aprendidos de los melanesios fueron el taro y múltiples variedades de plátano, que pasaron a ser esenciales en la colonización de las demás provincias pues otros cultivos que transportaron fueron el coco, el ñame, el fruto del pan, la morera de papel, la cúrcuma y la caña de azúcar entre otras cosas, complementado por abundante pesca y recolección de orilla y pesca de altamar.
Los productos eran cocinados bajo tierra sobre piedras calientes, tal como se hace en Polinesia hasta hoy y además, los corredores transoceánicos fueron usados para introducir por primera vez algunos animales domésticos (gallinas, cerdos, perros y ratas) en los archipiélagos donde se establecieron.
Las mismas técnicas de navegación le permitieron a los Lapita llegar rápidamente a los archipiélagos de Fiji, Tonga y Samoa, completando la expansión de este complejo cultural hace unos 3000 años.

Cerámica de la cultura Lapita
Al no existir etnografía sobre la cultura Lapita, no hay conocimiento alguno sobre su posible organización política y además la dispersión marítima y distancia entre asentamientos sugiere que no existía gobierno centralizado.
Sin embargo, las provincias ubicadas en archipiélagos más lejanos tenían una jerarquía de asentamientos, algunos poblados por varios centenares de habitantes y otros secundarios con apenas decenas.
Hacia el siglo V d.C., la demografía de las islas de Oceanía Remota había cambiado considerablemente y nuevos grupos étnicos desde la Melanesia, que habían aprendido a navegar largas distancias, habían así comenzado a instalarse en todas las provincias y mezclarse con los Lapita.
Sólo en la provincia más oriental, específicamente en Samoa y Tonga, no se produjo lo anterior, pues así estas dos islas se convirtieron en el núcleo para un tercer pulso migratorio: la colonización de la Polinesia Lejana por parte de los descendientes del complejo cultural Lapita, es decir, los polinesios.
El elemento más distintivo de la cultura Lapita es la cerámica con diseños dentados e incisiones que no existían en ninguna otra región del sudeste asiático.
Los diseños eran sumamente intrincados, con figuras geométricas, líneas curvas y figuras antropomorfas como zoomorfas. Diseños similares y exactamente las mismas técnicas de fabricación fueron entonces las desarrolladas en toda la región habitada por la cultura Lapita entre el 1350 y el 750 a.C.
Esta cerámica se utilizaba para confeccionar desde jarrones hasta ollas, pasando por platos, vasijas y otro tipo de cuencos donde la producción se mantuvo activa hasta que fueron reemplazados por diseños lisos efectuados por sus descendientes (los polinesios modernos) en Fiji, Samoa y Tonga en siglos posteriores.
Fuente: https://moevarua.com/los-origenes-de-los-polinesios/