El edicto Perpetuo

En noviembre de 1.576 llegaba a Flandes el nuevo gobernador general de los Países Bajos, don Juan de Austria, hermanastro del rey Felipe II, que de pequeño se había criado en Alemania y hablaba flamenco.
Nada más llegar mandó cartas al Consejo de Estado anunciando de su llegada como gobernador y de la intención del Rey de conceder un perdón general, así como el compromiso de salida de todas las tropas extranjeras.
Envalentonados ante cualquier actuación que pudiese ser interpretada como de debilidad, la respuesta de los Estados Generales fue una negativa a reconocerlo como gobernador a menos que aceptase jurar así la “pacificación de Gante” y los privilegios de las provincias.
Don Juan se vio forzado a aceptar la “pacificación de Gante”, lo que suponía pues la retirada de las tropas españolas de los Países Bajos y así el 7 de enero de 1577 firmaba el “edicto Perpetuo”, en el que resulta el hecho de que se incluían los acuerdos de la “pacificación de Gante”, comprometiéndose los firmantes así a aceptar los acuerdos contenidos en ella:
- Las provincias rebeldes reconocerían a Felipe II como su rey y a Don Juan de Austria como su representante.
- El respeto al catolicismo en las provincias rebeldes.
- Los tercios españoles, italianos, alemanes y borgoñones deberían abandonar el país en un plazo de 20 días tras la ratificación del edicto por parte de Felipe II.
- Ambas partes firmantes renunciarían a toda alianza contraria al edicto, refiriéndose a alianzas con Francia, Inglaterra y los protestantes alemanes.
- Se concedía una amnistía general.
Juan de Austria era consciente de que no contaba ni siquiera con el apoyo de las provincias católicas, ya que el 9 de enero de 1577 se aliaban entre ellas contra los españoles, firmando así “La primera Unión de Bruselas”, en la que se imponían severas exigencias a los españoles, ratificando entonces lo recogido en la pacificación de Gante; por lo que si no aceptaba sus términos no podría contar ni siquiera con su total apoyo.
Tras la ratificación del edicto Perpetuo por Felipe II, las tropas españolas entregaron los castillos y plazas a los naturales del país y salieron de los Países Bajos hacia Italia.
Don Juan se quedaba sin el apoyo necesario ante las actuaciones de los naturales, especialmente de los nobles y miembros del Consejo de Estado, que tuvieron a don Juan como un gobernador sin gobierno.
Éste adoptó una posición pacífica, admitiendo todo lo que se le planteaba por el Consejo de Estado y por los Estados Generales; sin embargo esta política no tuvo resultados, ya que al carecer de fuerzas que así obligase a los naturales de estas tierras a actuar según su mandato se veía como un títere.
La situación se hizo tan problemática e insegura que don Juan decidió abandonar Bruselas, sede de la corte, e instalarse en Malinas, pero poco después de llegar, tuvo noticia de un complot para asesinarlo, por lo que mediante una estrategia se hizo con el castillo de Namur, donde se hizo fuerte y reclamó la vuelta de los soldados de los tercios de Italia.
Una vez que de don Juan salió de Bruselas, Guillermo de Orange se presentó en la ciudad, siendo pues aclamado por la población, recibiendo el gobierno de la provincia de Brabante.
No obstante los católicos de las provincias del sur, recelando así de la actitud de los protestantes en las provincias gobernadas por éstos, decidieron buscar un gobernador que garantizase su posición; así se dirigieron al archiduque Matías, hermano del emperador Rodolfo, ofreciéndole el gobierno de los Países Bajos pues se presentó en Bruselas, desatendiendo la opinión de su propio hermano.
El 10 de diciembre de este mismo año, los Estados Generales de las provincias católicas, declararon a Juan de Austria “infractor de la pacificación de Gante” que había jurado, y consecuentemente “enemigo de la patria”; también decidieron firmar un segundo tratado, conocido como “Segunda Unión de Bruselas”, en el que se unían a las provincias protestantes de Holanda y Zelanda, imponiendo entonces como gobernador al archiduque Matías en nombre de su Majestad Católica, con un interés grande en salvaguardar ahora su catolicismo frente a la ocupación de cargos públicos por calvinistas holandeses y zelandeses, poniendo muy en peligro a los católicos y sus bienes, ampliando el contenido de la primera declaración de Bruselas de acuerdo con los intereses del propio Orange.
Fuente: https://arrecaballo.es/edad-moderna/guerra-de-flandes-o-de-los-80-anos-1568-1648/juan-de-austria-1576-78/