Accidente ferroviario de Paredes de Nava

El accidente ferroviario de Paredes de Nava, conocido como Catástrofe de Paredes de Nava por la prensa de la época, fue un choque entre dos trenes ocurrido el 11 de julio de 1922 cerca de la estación de Paredes de Nava con un total de 32 muertos y varias decenas de heridos.
El desgraciado suceso se produjo en la madrugada del martes 11 de julio de 1922 cuando el tren correo de Asturias nº 423 pasó la estación de Paredes de Nava sin detenerse y se empotró contra el rápido de Galicia nº 406 que estaba en la aguja de salida en dirección León, concretamente en el km 527 de la línea entre Villada y Palencia, volcando sobre él.
El tren gallego había salido de La Coruña a las 16:00 h llevando muy pocos pasajeros, mientras que el correo salió de Madrid a las 18:00 h formando un convoy integrado por la máquina, el furgón, el coche correo y 11 vagones de viajeros que se dirigían a descansar en las playas del Cantábrico.
Se manejaron varias posibilidades para explicar la causa del choque, o sea, en una primera versión se afirmó que el jefe de estación de Paredes había dado paso al correo pensando que le daba tiempo de sobra para llegar a la estación próxima, que solo está a 7 km,
Todo ocurrió a las 03:00 h de la mañana y aunque el correo debería haber pasado por ese punto a la una, venía con dos horas de retraso; pero resulta que no tardó en saberse que no podía haber sucedido así.
Este es así, puesto que el lugar de la catástrofe dejaba atrás los andenes, lo que evidenciaba que el convoy se había saltado la parada y los viajeros que sobrevivieron no pudieron aportar más detalles porque la mayoría de ellos iban durmiendo y cuando se dieron cuenta ya había pasado todo.
El miércoles 12, «La Época», sacó un artículo sobre el suceso y afirmado que el culpable de todo fue el maquinista del correo, que iba borracho y que se le había visto en la parada en la estación de Palencia para tomar un vaso de vino en la cantina.
Luego -según el periodista-, ya sin saber lo que hacía, en vez de parar en la estación de Grijota hizo que el convoy cogiese velocidad sin detenerse y así pasando también de largo las de Villaumbrales y Becerril.
La crónica añadía el dato de que la pareja de la Guardia Civil que solía ir en cada tren de largo recorrido, percatándose de la anormalidad y en un claro intentó de llamar la atención del imprudente maquinista, montó sus fusiles y empezó a disparar al aire por la ventanilla de su vagón.
Como no se obtuvo ningún resultado, el tren se saltó los discos de entrada a la estación de Paredes de Nava a 84 km/h y nada se pudo hacer para poder impedir el desastre.
Muy distinto fue el resumen de «El Noroeste», que también culpaba de todo al maquinista del correo, pero explicando que todo fue debido a un extraño error que le hizo confundir la estación de Paredes con la de Becerril que era la inmediata y en la que entonces en servicio ordinario no había que parar.
Sin embargo, el diario gijonés no escatimaba las críticas a la deficiencia de servicios de la Compañía del Norte, cuyos socorros tardaron en llegar tres horas hasta el lugar de la catástrofe a pesar de que se habían pedido ayuda a León a los pocos minutos del choque.

El Faro de Vigo haciéndose eco de la catástrofe
Desde Palencia se envió también a la ambulancia de la Cruz Roja y a los médicos de la casa de Socorro que viajaron en otro automóvil, pero para mayor fatalidad, este segundo vehículo volcó al pasar un puente sobre el canal de Castilla a la altura de Grijota.
Los doctores heridos no pudieron desempeñar su labor, de modo que la atención sanitaria quedó bajo el control de los sanitarios de la propia compañía del ferrocarril, ayudados por todo el personal de vía y obras de Venta de Baños y Palencia.
Se informó de que el cadáver del maquinista había aparecido debajo de la máquina pero con heridas insignificantes, por lo que se presumió que había muerto de la impresión producida al ver el choque y el estado de todas las víctimas.
Desde Mieres, el conde se desplazó hasta Paredes de Nava, acompañado por altos empleados de su empresa para recoger los cadáveres incluyendo así a los dos supervivientes.
A las cuatro y medía de la tarde del día siguiente una multitud pudo recibir al camión que traía los ataúdes y acompañar a la comitiva fúnebre hasta el cementerio de la Rebollada en un cortejo presidido por él y encabezado por los ingenieros de Fábrica.

La estación ferroviaria de Paredes de Nava en la actualidad
Otra consecuencia del accidente fue la pérdida de toda la correspondencia, la prensa y la paquetería que traía el vagón correo, que quedó destrozada y ensangrentada, salvándose únicamente los valores declarados, que fueron llevados hasta Oviedo para ser recuperados por sus propietarios.
En cuanto a los heridos, la mayor parte fueron trasladados a Madrid, Gijón y Oviedo, salvo aquellos que por su estado más grave tuvieron que quedar hospitalizados en Paredes de Nava y Palencia.
Algunos de ellos acabaron falleciendo en los días siguientes al choque por lo que nunca se supo con exactitud la cifra total de los muertos, y se estima en en 32 y 19 heridos de extrema gravedad.
Sinembargo, primero se dijo que eran 5, luego 8, después 12 y llegado el día 14, cuando ya habían transcurrido 48 horas del suceso se informó de que ya se había contado 40 cadáveres y al menos otros 10 permanecían aún dentro de los trenes.
Un dato curioso que no puedo dejar de contarles es que en el tren que había partido de Galicia, a pesar de sufrir el impacto, apenas hubo heridos graves y todo quedo en un susto para personajes ilustres que iban en sus vagones, como el diputado José Barreras, presidente del Consejo de Administración de los Tranvías, Sr. Gunche, el senador Eladio de Lema e incluso el político José Calvo Sotelo.
Fuente: https://www.lne.es/cuencas/2013/08/06/drama-ferroviario-1922-20596367.html