La ciudad sagrada de Caral

La Ciudad Sagrada de Caral es un sitio arqueológico donde se hallan los restos de la principal ciudad de la civilización caral. Se encuentra en el valle de Supe, cerca del poblado actual de Caral, 182 kilómetros al norte de Lima (Perú).
Se le atribuye una antigüedad de 5000 años y es considerada la ciudad más antigua de América y una de las más antiguas del mundo, pues no se ha encontrado hasta ahora en dicho continente otro sitio más antiguo con semejante diversidad de edificios monumentales, con distintas funciones ceremoniales y administrativas y ha sido declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco.
La cultura caral se desarrolló entre 3000 y 1800 a. C. (Arcaico Tardío y Formativo Inferior) es decir, fue contemporánea de otras civilizaciones primigenias como las de Egipto, India, Sumeria, China, pero a diferencia de ellas (que intercambiaron sus logros), se desarrolló en completo aislamiento.
En América, es la más antigua de las civilizaciones prehispánicas, superando en 1500 años a la civilización olmeca, otro importante foco civilizatorio situado en Mesoamérica.
Caral es el más imponente de todos los asentamientos urbanos del Formativo Inferior situados en el valle medio inferior de Supe y son ocho asentamientos: Pueblo Nuevo, Cerro Colorado, Allpacoto y Llapta (en la margen derecha) y Lurihuasi, Miraya, Chupacigarro y la misma Caral (en la margen izquierda).
Si hablamos de todo el espacio geográfico del valle de Supe (zona del litoral y valle medio y bajo), existen en total 20 asentamientos, pero los que muestran pues mayor extensión, complejidad y monumentalidad arquitectónica son los 8 mencionados anteriormente, entre los que destaca nítidamente Caral, que resulta que indudablemente habría tenido un rango preeminente entre todas.
Las unidades geológicas expuestas en la zona están conformadas principalmente por rocas intrusivas del Batolito de la Costa y rocas volcánicas del Grupo Casma, ambas de edad cretácica y con ello los depósitos cuaternarios se han desarrollado sobre las rocas, destacando los fluviales, aluviales, lacustres y eólicos
En los años iniciales del siglo XXI, el lingüista huachano Alfredo Torero publicó que el idioma quechua así habría tenido su origen en los valles de Supe, Fortaleza y Pativilca.
Esta afirmación la hizo después de estudiar la toponimia de los tres valles pues Caral, nombre del centro poblado cercano al sitio arqueológico, aparece mencionado en los procesos de idolatrías del siglo XVII en Cajatambo.
Es posible que Caral sea un nombre quechua, o sea, sobre su significado no hay acuerdo, aunque algunos lingüistas han propuesto que significa «fibra» o «junco» o en todo caso habría sido una voz protoquechua.
En 1905, Max Uhle investigó Áspero, un asentamiento precerámico situado en el litoral del valle de Supe, a 23 km de Caral y lo mismo hizo Julio C. Tello en 1937 pero no hay evidencias que ellos se adentraran en el valle de Supe y, por lo tanto, que llegaran a conocer Caral.
El primero que llamó la atención sobre Caral fue el viajero estadounidense Paul Kosok, que visitó el lugar juntamente con su compatriota, el arqueólogo Richard Schaedel, en 1949.
En su informe, publicado en el libro Life, Land and Water in Ancient Peru, en 1965, mencionó así pues que Chupacigarro, como se conocía a Caral entonces, debía ser muy antiguo, aunque no pudo precisar pues su antigüedad.
En 1975, el arquitecto peruano Carlos Williams realizo un detallado registro de la mayoría de los sitios arqueológicos del valle de Supe, entre los cuales registró a Chupacigarro Grande, a partir del cual hizo algunas observaciones sobre el desarrollo de la arquitectura en los Andes.
Lo presentó primeramente en el artículo «Arquitectura y urbanismo en el Antiguo Perú», publicado en 1983 en el tomo VIII de la serie Historia del Perú, de la editorial Juan Mejía Baca y luego, en el artículo «A Scheme for the Early Monumental Architecture of the Central Coast of Peru», escrito en 1985 en el libro Early Ceremonial Architecture in the Andes.
En 1979, el arqueólogo suizo Frederic Engel visitó el lugar, excavó y levantó un plano del mismo pues en su libro De las begonias al maíz, publicado en 1987, afirmó que Chupacigarro Grande (Caral) pudo haber sido construido antes de la aparición de la cerámica en los Andes (1800 a. C.).
Sin embargo, los arqueólogos andinos asumieron que el asentamiento era «acerámico», es decir, que había sido construido por una población que no utilizaba la cerámica, aunque ya se conocía en otros lugares de los Andes.
En 1994, Ruth Shady recorrió nuevamente el valle de Supe y reidentificó dieciocho sitios con las mismas características arquitectónicas, entre los cuales se encontraban los cuatro conocidos como Chupacigarro Grande, Chupacigarro Chico, Chupacigarro Centro y Chupacigarro Oeste.
Para diferenciarlos, Shady los denominó, Caral, Chupacigarro, Miraya y Lurihuasi. Caral, Miraya y Lurihuasi son los nombres quechua de los poblados más cercanos a los sitios y Chupacigarro es el nombre español de un ave del lugar.
El equipo dirigido por Shady excavó en Caral a partir de 1996 pues así presentó sus datos por primera vez en 1997, en el libro La ciudad sagrada de Caral-Supe en los albores de la civilización en el Perú.
En ese tratado sustentó abiertamente la antigüedad precerámica de Caral, afirmación que consolidó de una manera irrefutable en los años siguientes, a través de excavaciones intensivas en el lugar.
Las pirámides son de diverso tamaño donde las paredes de la estructura piramidal estaban enlucidas con barro y pintadas de blanco o amarillo claro, y, ocasionalmente, de rojo.
Una escalera central conducía hacia la parte superior, donde se hallaban varios cuartos pues en el cuarto principal había plataformas bajas ubicadas en dos o tres de sus lados, y en el centro, un fogón compuesto por un hoyo en el suelo, recubierto con barro.
Caral Alto
- Edificio Piramidal Mayor o Pirámide Mayor (Sector E), es el de mayor volumen y extensión. Mide 150 metros de largo, 110 metros de ancho y 28 metros de alto. Domina la plaza central urbana, un extenso espacio donde se cree se realizaban las ferias. Por su ubicación y tamaño se supone que debió ser el principal edificio de Caral. Forma parte de un conjunto que se complementa con una plaza circular hundida y una imponente estructura de plataformas escalonadas. Es la estructura emblemática de la ciudad de Caral y la que suele mostrarse mayormente en las representaciones fotográficas.
- Edificio Piramidal La Cantera (Sector B), llamado así por estar construido en un promontorio rocoso usado anteriormente como cantera. En su cima tiene un altar circular, con un enorme fogón y con conductos subterráneos.
- Edificio Piramidal Menor (Sector G), cuya escalera principal estaba situada originalmente en el lado norte; luego fue cambiada hacia el lado oeste.
- Edificio Piramidal Central (Sector C), el segundo en dimensión, con una altura de 18 metros. Está situado al oeste de la plaza central. Anexa a ella se ha desenterrado una plaza ritual.
- Edificio Piramidal La Galería (Sector H), el tercero en dimensión, situada en el extremo este de la ciudad. En su cima hay una galería subterránea.
- Edificio de la Banqueta (Sector N), es un templo de menores dimensiones, con evidencia de varios periodos de cambio.
- Edificios Especiales (Subsector E2-E3), conformado por dos edificios piramidales, originalmente diferenciados, pero que posteriormente fueron convertidos en uno solo.
- Edificio Piramidal La Huanca (Sector I), al frente de cuya fachada está un monolito hincado en el suelo, al que se denomina La Huanca, el cual tiene 2.15 m de alto
Caral Bajo
- Templo del Anfiteatro (Sector L), es un complejo amurallado, con una plaza circular hundida en forma de anfiteatro, que es la de mayor tamaño de la ciudad, con 29 m de diámetro. Es la estructura más imponente de la mitad baja de Caral y la más conocida de todo el asentamiento después de la Pirámide Mayor.
- Edificio del Altar Circular (Sector P), donde destaca un altar circular con fogón y sus conductos subterráneos.
La ciudad de Caral consta de varios sectores residenciales, que se dividen de una forma clara en diversos conjuntos residenciales multifuncionales y en las residencias de los funcionarios anexas así a los edificios públicos.
Conjuntos residenciales multifuncionales
Conformada por numerosas viviendas agrupadas en subconjuntos y separadas entre sí.
- Conjunto Residencial Mayor (Sector A), en Caral Alto.
- Conjunto Residencial Menor (Sector NN2), en Caral Bajo.
- Sector Residencial de la Periferia (Sector X), en la periferia.
- Subconjunto Residencial D1 (Sector D), en la periferia.
Residencias de los funcionarios de los edificios públicos
Se hallan anexas a los edificios públicos. Se cree que fueron ocupados por los funcionarios que administraban dichos edificios.
- Unidad Residencial B1 (Caral Alto), anexo a la Pirámide de la Cantera.
- Conjunto Residencial de Élite I2 (Caral Alto), anexo a la Pirámide de la Huanca.
- Unidad Residencial B2 (Caral Alto), anexo a la Pirámide de la Cantera.
- Sector Residencial H2 (Caral Alto), anexo a la Pirámide de la Galería.
- Unidad Residencial B5 (Caral Alto), anexo a la Pirámide de la Cantera.
- Unidad Residencial Q1 (Caral Bajo), anexo a la Pirámide del Altar Circular.
En general se considera a Caral como una cultura precerámica, es decir, que no desarrolló la técnica alfarera.
Para Ruth Shady, los caralinos no necesitaban de cerámica pues contaban así con mates de calabaza, cucharas de madera y platos tallados en piedra, por lo que, según ella, debería ser calificada más bien como cultura acerámica.

Piedra o huanca en Caral.
Aunque si modelaban pequeños ídolos antropomorfos en arcilla, dejándolos secar al sol, o sea, este tipo de estatuillas, que representan figuras masculinas y femeninas, se han encontrado fragmentadas y con ello formarían parte de rituales relacionados con la renovación de los edificios y el culto de la fertilidad.
En la pirámide La Galería se halló un resto textil que ha sido interpretado como un quipu, el conjunto de hilos con nudos que los incas utilizaban como instrumento nemotécnico y así para corroborar el uso del quipu en Caral, se descubrieron representaciones pictóricas de dichos objetos sobre tres bloques líticos de las plataformas de la pirámide Menor de Caral.
Los constructores de Caral usaban la técnica de shicras, bolsas hechas con fibras vegetales y llenas de bloques de piedra, con las que rellenaban las plataformas de los templos, colocándolos así ligeramente separadas logrando estabilidad en las estructuras y tenían una función antisísmica.
Se han encontrado evidencias de que los hombres de Caral contaban con conocimientos de astronomía, que aplicaban en la elaboración del calendario, relacionado con la celebración de festividades y de otras actividades económicas, religiosas y cívicas.
Dichos conocimientos los aplicaron también en la orientación de los edificios públicos y junto a ello es de destacar también un monolito o huanca hincado en el suelo de una plaza pública, que habría sido pues un instrumento de observación astronómica.
Se ha planteado que Caral fue sede de una comunidad formada por varios ayllus o grupos de familias y dirigida por los líderes de dichos ayllus, uno de los cuales sería el «principal» (Curaca) y los otros pues sus contrapartes.
Los jefes principales o curacas serían los encargados de dirigir a los habitantes y resulta que este sistema de gobierno se habría dado también en los otros asentamientos situados en el valle de Supe, y en otros centros situados en regiones más alejadas, como Las Haldas y Sechín Bajo (valle de Casma), Huaricoto, Kotosh (cuenca del Huallaga) y La Galgada (sierra de Áncash).
Todos ellos compartían entonces una misma tradición y formarían una amplia y bien organizada red de reciprocidad e intercambio y toda esa área, situada en la parte norcentral del actual Perú, sería pues el sitio donde se forjó la civilización andina.
Lo que mantuvo unido a la población de Caral fue presumiblemente la religión, que sería el medio de cohesión y coerción social donde la religión sería el conducto a través del cual el Estado controlaba a la población, la producción de bienes y su circulación.
Ello se infiere de la presencia de los grandes monumentos de carácter religioso (pirámides o templos) con sus plazas, atrios y altares del fuego sagrado o fogones, en donde se realizaban las diversas festividades del calendario ceremonial, símbolo de su identidad cultural.
Las periódicas reuniones y actividades conjuntas como la renovación de las pirámides permitían con ello el reconocimiento del poder y fortalecían la identidad cultural.
En definitiva, Caral sería la cuna de la civilización andina, pues en ella se han detectado los exponentes más antiguos de las principales instituciones de la época prehispánica, como la reciprocidad (sistema de intercambio y circulación de bienes y servicios), el calendario ceremonial (relacionado con la celebración de festividades y otras actividades económicas) o la construcción y renovación de los templos, entre las más relevantes.
Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Caral