La leyenda del Monasterio del Escorial

Esta leyenda dice que se eligió el emplazamiento del monasterio del Escorial para cerrar una puerta al infierno y había un perro negro que martirizaba a los constructores.
Al parecer, el Escorial es una de las puertas del infierno y el perro su guardián pues uno de los episodios más enigmáticos que tuvieron lugar mientras se construía El Escorial ocurrió en el año 1577.
Los monjes franciscanos aseguraban ver a un perro negro que daba portentosos saltos a la luz de la luna y sus aullidos de ultratumba eran claramente audibles, o sea, se rumoreó que el perro era Can Cerbero, el mitológico monstruo que protegía el acceso al Averno.
Considerado el monasterio uno de los grandes lugares mágicos del mundo y donde por ejemplo su basílica tiene las medidas del Arca de Noé y el conjunto del monasterio las del Templo de Salomón.
Cuenta la leyenda que Lucifer vivió en una cueva situada a los pies del Abantos, justo los días entre la expulsión de las cortes celestiales y su destierro al infierno. En esos días inciertos, el más bello de los ángeles rebeldes comenzó una andadura por toda la tierra y así crearse una serie de puertas para acceso a las tinieblas.
Erguido y firme subió a la cumbre y desde ahí la vista era hermosa, la gran meseta plana e inmensa, el cielo azul y se entristeció ante su gran pérdida, arrepentido y lleno de ira levanto su mano y arrojó una gran bola de fuego contra la tierra que abrió un agujero en el bosque de la herrería al pie de las dos machotas de Zarzalejo.

El rey Felipe II
Allí quedaron abiertas una de las siete entradas al infierno y durante años la zona quedó maldita hasta que un buen día un rey prudente pasó por alli y decidió que debía cerrar la puerta al infierno.
Llamó a los más ilustres arquitectos, a alquimistas y magos y comenzó su gran obra, la construcción de un enorme monasterio, una gran reja de granito que impidiera para siempre que el maldito demonio paseara de vez en cuando por la tierra.
Los verdaderos motivos quedaron ocultos y se dijo que el gran edificio tiene forma de parrilla para honrar a San Lorenzo, cristiano asado por los romanos en una parrilla y que, se cuenta dijo: “Dadme la vuelta que aun no estoy bien hecho”.
La verdad es que años más tarde a su construcción, el rayo de una terrible tormenta incendió parte de las dependencias del monasterio, hay quien vio la figura del diablo lanzando truenos contra las firmes paredes de la iglesia y que aun se oyen los ladridos del cancerbero infernal en los sótanos.
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