La poderosa familia Rothschild
Rothschild viene del alemán medieval zum rothen Schild, que significa “con el signo rojo”. Aunque de entrada puede leerse un profundo significado en el apellido, al parecer se refería a que la familia vivía en una casa roja. De acuerdo con las fuentes históricas (al menos las que tenemos a disposición) el primer personaje importante en llevar el apellido Rothschild fue un hombre llamado Izaak Elchanan Rothschild y nacido en 1577 en Alemania.
El verdadero origen de la familia Rothschild ocurrió con el nacimiento de Mayer Amschel Rothschild, quien llevaría el apellido a cumbres nunca antes vistas. Nacido en 1744 (hijo de Moses), el joven banquero tendría un talento inusitado para los negocios y estaría ubicado en un momento ideal para los negocios: el surgimiento de la Revolución Industrial.
Para garantizar su fortuna y ampliar sus negocios, Mayer Rothschild tuvo la brillante idea de enviar a cada uno de sus 5 hijos a las principales urbes europeas (Londres, París, Frankfurt, Viena y Nápoles) desde donde comenzaron a extender los negocios familiares por todo el continente.Esto también fue una brillante idea destinada a evitar que turbas iracundas atacaran la casa y robaran la fortuna.
En la actualidad, el Escudo familiar de los Rothschild tiene un puño cerrado sobre 5 flechas, representando los 5 hijos de Mayer y honrando el Salmo 127: “como flechas en las manos del guerrero, así son los hijos de la juventud propia”.
Con el paso del tiempo, estas 5 flechas se convertirían en innumerables tentáculos que se apropiarían de las finanzas europeas en una manera jamás vista por los monarcas. Las audaces acciones de Mayer y la lealtad de sus hijos llevaron más allá la riqueza de la familia, dejándola no solo fuera del alcance de las masas iracundas, sino de los mismos monarcas europeos.
Sus 5 hijos viajaron a los principales centros comerciales europeos de la época, en donde comenzaron a expandir la influencia de la familia Rothschild. Ellos eran:
Salomon Mayer Rothschild (1774–1855), radicado en Viena
Nathan Mayer Rothschild (1777–1836), quizás el más influyente de los 5, viajaría al centro mundial de las finanzas: Londres
Calmann Mayer Rothschild (1788–1855), que se radicaría en Nápoles.
Jakob Mayer Rothschild (1792–1868), ubicado en París.
Es seguramente esta característica la que hace más complejo el seguimiento a la familia. Aunque sepamos los nombres de sus más conocidos representantes en cada periodo, sus negocios en aquellos tiempos siguen siendo un secreto celosamente guardado. Lo único que queda claro es que su influencia jamás dejó de crecer en este periodo inicial en el que se convirtieron en los favoritos de los poderosos monarcas europeos.
En los tiempos en los que los hermanos Rothschild comenzaron a expandirse por Europa ocurrió uno de los eventos más importantes en la historia moderna del continente: las Guerras Napoleónicas. Tras la Revolución Francesa y la caída de la monarquía en aquel país el continente se convulsionó por un periodo de violencia que duraría más de 20 años. Un escenario poco prolífico para casi cualquier negocio.
A menos, claro, que este negocio sea prestar dinero a quienes esperaban obtener la victoria.
Queda clara la importancia de la familia en este periodo cuando se tiene en cuenta que la práctica totalidad del esfuerzo británico de guerra fue financiada personalmente por Nathan Mayer Rothschild, el hermano que se encontraba en Inglaterra. Esta era la influencia de la familia tan temprano como 1810.
Pero los tiempos de guerra no sólo sirvieron para que la familia acrecentara su influencia sobre el cada vez más endeudado estado británico, sino que les sirvió para desarrollar ingeniosos métodos para transferir oro en medio de la Guerra. Las redes de comunicación que desarrollaron no sólo resultarían en un aprendizaje vital para los tiempos por venir, sino que incluso superaron a los mismos mensajeros de la monarquía. Nathan Rothschild se enteraría de la victoria británica en Waterloo un día antes que el mismo Rey de Inglaterra.
Nathan Rothschild James Mayer de Rothschild
En 1816 (un año después de la derrota definitiva de Napoleón en Waterloo) 4 de los hermanos fueron convertidos en nobles por el Emperador Francisco I de Austria. El quinto (quizás el más influyente en este periodo: Nathan) sería elevado en 1818.
El asunto sirvió para impulsar la ya prominente carrera de los hermanos y para acrecentar su influencia en los altos círculos europeos. En este periodo también realizaría Nathan uno de los negocios más brillantes en la historia de las finanzas, al enterarse de la victoria de inmediato compró una gran cantidad de bonos británicos, acertadamente prediciendo que subirían de precio unos dos años después. En 1817 los vendió con un 40% de ganancia.
La familia también entraría de lleno al asunto brasileño, prestando al recién independizado gobierno imperial de Brasil las dos millones de libras que debía pagar a Portugal (recordemos que en Brasil no hubo guerra de independencia, sino que se acordó entre los gobiernos imperiales de Brasil y de Portugal). Así mismo, financiaría gran parte de los ferrocarriles que se construyeron en Europa en este periodo, así como parte importante del Canal de Suez.
Pero a medida que pasa el tiempo es más y más difícil seguir el rastro a la familia. El último de los hermanos originales, Jacob, moriría en 1868, y la herencia se repartiría entre diversos herederos. Una de las casas principales (Frankfurt) de hecho quedaría sin herederos y desaparecería, pero en general la influencia de la familia seguiría aumentando.
Hacia finales del siglo XIX los Rothschild eran reconocidos por su riqueza y refinamiento, y hacían parte de los más altos círculos europeos. Su influencia se había extendido, siendo dueños de grandes inversiones en Rodhesia (el actual Zimbabue, es una larga historia) y Japón, entre otros muchos lugares. Lo que es aún más importante, su tradición de mantener las cosas “en familia” se convertiría en una constante en las familias banqueras del continente, en particular las judías. Apellidos como Pereires, Seligmans o Lazards se convertirían en nuevas dinastías, formando una gran comunidad judía de banqueros con los Rothschild a la cabeza. El poder e influencia de la clase bancaria se convertiría entonces en algo verdaderamente imposible de imaginar.
Se denomina como Belle Époque a aquel periodo entre la Batalla de Sedán (2 de septiembre de 1870) y el inicio de la Primera Guerra Mundial (28 de julio de 1914). En esencia, fue un periodo de rápido crecimiento económico en el que Europa consolidó su dominio sobre el mundo y en el que la existencia de 5 grandes potencias (Francia, Reino Unido, Alemania, Italia y Austria Hungría, aunque algunos incluyen además a Rusia) llevó a un precario equilibrio de poderes que garantizó la paz en el continente por más de 4 décadas.
No fue una época ideal para todos: la clase obrera vio sus condiciones mejorar poco y en general la sociedad siguió siendo profundamente desigual. Sin embargo, fue una época ideal para quienes se codeaban con las clases altas, estaban en profesiones ascendentes o se dedicaban a los grandes negocios.
Si hubo una familia preparada para aprovechar las oportunidades de finales de siglo eran los Rothschild. Su poderosísimo músculo financiero y sus contactos con los más poderosos del continente (y por lo tanto del mundo) los convertían en un grupo privilegiado.
Dentro de sus negocios en este periodo, además de la fundación de Rodhesia, estuvo la compra de la Compañía del Río Tinto (hoy una de las más grandes mineras del mundo), la empresa De Beers dedicada a la compra de diamantes (de la que ya hablamos en este artículo) y los préstamos a Japón durante la guerra con Rusia, los cuales el país pagaría con grandes ganancias luego de su victoria. Una vez más, los banqueros se hicieron en el bando correcto.
Pero no fueron solo sus negocios. Durante los últimos años del siglo XIX la fortuna de los Rothschild era tal que construyeron o compraron por lo menos 41 palacios, una hazaña que superaba por mucho aquellas de las más opulentas familias reales. Estaba claro que los Rothschild se habían convertido en los dueños de la gran riqueza mundial.
En este periodo se consolidó la independencia de las diferentes ramas de los bancos familiares: Inglaterra, Francia, Austria y Nápoles. La rama de Frankfurt quedaría sin herederos en 1901, por lo que se trasladaría a las demás oficinas y dejaría de existir hasta 1989, año en que la familia retornaría a la ciudad.
Durante la Belle Époque los Rothschild profundizaron su fama como una familia opulenta a un nivel que quizás solo Rockefeller (ya por entonces el hombre más rico del mundo) podría igualar. Sin embargo, a partir de este periodo (y sobre todo a partir de la II Guerra Mundial) la familia comenzó a manejar perfiles más bajos, evitando la ostentación que los había lanzado a la fama varias décadas atrás. Por esta razón, seguirles el rastro se hace más complicado.
La rama británica
Pese a su importancia, es difícil encontrar información sobre la rama británica de los Rothschild más allá de sus inversiones en el siglo XIX y principios del XX. Parece ser que eventos como la Gran Depresión y el auge de la Alemania Nazi resultaron en graves afectaciones a la fortuna familiar.
La única información importante es que en el año 2003, bajo el liderazgo de David René de Rothschild, la rama británica se fusionó con la francesa.
La rama francesa
Ya en tiempos de la Guerras Napoleónicas, cuando la familia se alineó con el gobierno británico, la rama francesa pasó a un espacio relativamente secundario. Sin embargo, siguió teniendo gran influencia y fue una de las grandes impulsadoras de la industrialización francesa en el periodo posterior. Sin embargo, las revoluciones de 1848 de nuevo le darían un duro golpe, y el nazismo prácticamente aniquilaría todas las operaciones hasta el final de la II Guerra Mundial (de la mano con la nacionalización de los ferrocarriles, que los despojaría de muchos de sus más grandes negocios).
En el año 1980 el presidente Francois Miterrand nacionalizó el banco de los Rothschild (que apenas les había sido devuelto hacia 1950), de nuevo sacándolos de los negocios. Sin embargo, el Barón David de Rothschild comenzó un nuevo banco que pronto alcanzó un tamaño importante. En la actualidad las ramas británico/francesa tienen propiedades y bienes por más de 100 mil millones de euros.
La rama austriaca
En gran medida la historia de la rama austriaca parece haber terminado luego de que los nazis se apoderaran de toda su riqueza y los expulsaran del país en 1938. En el 2001 Rusia devolvió una gran cantidad de bienes y documentos (propiedad original de los Rothschild, expropiados a la Alemania nazi).
La rama napolitana
Aunque fue una de las principales en los siglos XVIII y XIX, en el siglo XX realmente la rama napolitana no tiene mucho qué mostrar.
Ninguna familia en la Historia ha logrado lo que lograron los Rothschild: crear y mantener una gigantesca fortuna por un lapso de 7 generaciones (quizás más). Aún en la actualidad la familia maneja diversos fondos y grupos bancarios, siendo el más importante el Rothschild Group fundado en el 2003 (y que incluye a las ramas británica y francesa).
Resalta, además, la impresionante capacidad de la familia para enfrentar adversidades que hubiesen destruido cualquier otra dinastía. El holocausto judío, la Gran Depresión, la nacionalización de sus empresas, todo ello no ha hecho mella en el poder de los Rothschild.
Sin embargo, ya hacia mediados del siglo XIX la familia cometió un gravísimo error estratégico: subestimar el poderío de los Estados Unidos. Los Rothschild jamás compraron o fundaron grandes bancos, lo que les saldría caro en los tiempos en los que Nueva York se volvió el centro financiero del mundo.
Aunque seguramente haya sido mejor así. Con su capacidad de organización, serían hoy, efectivamente, los dueños del mundo… si es que no lo son ya.
Fuente: https://www.elpensante.com/