El castillo encantado de Ansembourg
Luxemburgo, también conocido como el “gran ducado verde” es un país pequeño en extensión, pero grande en belleza y leyendas fantasmales. Castillos, barones y frágiles y mal queridas damiselas, entre otros, dan protagonismo a dichas leyendas.
Pero la única visita que recibía era la del barón. Una mañana, cuando él fue a visitarla, esta le dijo que, según la costumbre de su país, ella tenía que tejer con sus manos la tela de su vestido de novia. Así que, el barón accediendo a la petición de su amada y futura esposa, hizo llevar al castillo una rueca para tejer esa tela.
Pero los días pasaban y el trabajo no llegaba a su fin, por lo que el impaciente barón dio a su dama, dos días de plazo para acabar el tejido. Y cuando fue a contemplar la obra terminada, oyó que su prometida le decía: “No he tejido mi vestido de novia, sino mi mortaja”. Y sin que el barón pudiera evitarlo, se arrojó por la ventana y murió. Desde entonces, cada día a medianoche se oye en el castillo el ruido de una rueca.
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