Cinco mitos y medias verdades sobre el cambio de hora
La idea de cambiar la hora en invierno se extendió en Europa a partir de algunos países que iniciaron la práctica en los años de las guerras mundiales. En la crisis energética de la década de los 70 se volvió a adoptar de forma individual por parte de algunos gobiernos. Paulatinamente otros se fueron sumando, pero con la particularidad de que cada cual decidía hacerlo en días diferentes.
En 1996 se llegó al acuerdo de hacerlo simultáneamente y la Comisión aprobó una directiva en el año 2000 para armonizar definitivamente el proceso, de manera que los operadores económicos tuvieran una base estable para hacer sus previsiones y minimizar el impacto negativo en sus sistemas. Aunque en un primer momento este cambio estuvo motivado por el el ahorro energético y la Unión Europea planteo el cambio de horario, advirtieron que en la actualidad este supone unos 300 millones de euros anuales, una cifra que puede parecer de gran magnitud, pero que a nivel europeo no tiene gran impacto.
Desde 1940 España se encuentra en el horario central europeo (GMT+1), el mismo que Alemania, Francia; y no en el occidental que le corresponde, como Portugal o Reino Unido. El 25 de febrero de ese año, un mes antes de lo normal -según le facultaba para hacer el estado de guerra-, París decretó el horario de verano (GMT+1). Es entonces cuando, en seguimiento de la hora francesa, una orden ministerial adelantó también el horario de verano español con carácter provisional en un principio. La medida no fue una particularidad, ya que en 1941, Reino Unido también cambió sus relojes para estar en sintonía con el país germano. Tras el conflicto armado, Francia y España no recuperaron su horario anterior a la guerra por lo que ambos países decidieron mantener la hora de Berlín, a conveniencia de los enlaces ferroviarios entre ambos países.
Según explican los expertos, el cuerpo en realidad apenas se enteran. Argumentan que, aunque en un principio nuestro organismo nota que duerme una hora menos, nuestra capacidad de adaptación hace que el cambio sea muy rápido. Aun así, también se dice que el cambio de hora que se realiza en marzo suele ser más pesado que el de octubre. Hay excepciones pues las personas más mayores y los enfermos suelen estar más afectados por el cambio de horario, especialmente el primaveral.
Investigaciones publicadas en distintas revistas científicas han asociado durante el último siglo el cambio de hora con un aumento del número de suicidios. El motivo sería el cambio en los ritmos diurnos que producen una desestabilización de los pacientes que sufren un trastorno bipolar afectando a las personas más vulnerables. De manera posterior, distintos médicos han concluido que no existe una relación de causalidad entre la diferencia horaria y los suicidios, por lo que serían meras casualidades.
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