El rey castellano que está enterrado en dos catedrales
La importancia en el campo cultural, económico y político del rey castellano Alfonso X se manifiesta en sus múltiples aportaciones y reformas, tanto de índole literarios, científico, histórico y jurídico. Sin embargo, a lo largo de su vida y su reinado (fue rey de Castilla entre 1252 y 1284) sufrió numerosas decepciones, fracasos y contratiempos. Entre ellos su aspiración al trono del Sacro Imperio Romano Germánico, algo que le consumió durante buena parte de su vida y que se le escapó de la manera más tonta.
Alfonso aceptó en 1256 ser candidato al Imperio cuando se lo propuso una embajada procendente de la ciudad italiana de Pisa. Inmediatamente se puso manos a la obra con la campaña enviando dinero y tropas a las ciudades gibelinas de Italia con el fin de recabar más apoyos. Sin embargo no consiguió el del Papa, que veía en el Imperio un incómodo rival.
Desgraciadamente para él, Ricardo, que era hermano del rey Enrique III de Inglaterra y uno de los hombres más ricos del mundo, viajó rápidamente a Aquisgrán, consiguió convencer a Otakar de volver a cambiar su voto, y se hizo coronar Emperador junto a la tumba de Carlomagno. Alfonso se quedó en Castilla viendo como se le escapaba su sueño.
Otro de sus deseos que no pudo llevar a cabo fue extender la Reconquista más allá del Estrecho de Gibraltar. Para llevar a cabo la conquista de África había finalizado las grandes atarazanas de Sevilla, donde se debía construir la flota requerida para la invasión. Tenía ya contactos diplomáticos con algunos reyes africanos que le apoyarían, y el permiso del Papa para predicar la Cruzada en Castilla con el fin de recaudar el dinero necesario.
Todo fue vano, la invasión nunca se produjo. Ni siquiera consiguió conquistar Ceuta, que era el objetivo principal. Lo más que llegó fue a saquear el puerto de Salé. Además, en los últimos años de su vida tuvo que lidiar con la rebelión de su hijo Sancho, al que estaba a punto de derrotar cuando le sobrevino la muerte, y que finalmente reinaría como Sancho IV.
El 4 de abril del año 1284, en la ciudad de Sevilla, moría Alfonso X de Castilla llamado “el Sabio”. Un monarca, del que se puede decir, había aprovechado bien su vida, en lo militar, en lo intelectual y dejando un gran legado a su sucesor, Sancho IV.
Urna que contiene el corazón y las entrañas de Alfonso X en la Catedral de Murcia
Había ordenado construir también varias iglesias, como la de Santa Cruz en Cádiz o la primera iglesia cristiana de Murcia. En la de Cádiz, en el momento de su edificación, manifestó que quería ser enterrado allí; aunque pasado el tiempo y llegada esa fecha de abril no fue así. Los testamentos reales, fechados en Sevilla, en el invierno entre 1283 y 1284, no dejó escrito el lugar exacto en el que había de reposar su cuerpo, dejando en manos de sus cabezaleros (personas encargadas de cumplir su última voluntad) esta elección:
«(…) que el nuestro cuerpo sea enterrado en nuestro monesterio de Sancta María la Real de Murcia, que es cabeza de este reyno; el primero lugar que Dios quiso que ganasemos a servicio dél, e a honra del rey Don Fernando, e de nos, et de nuestra tierra; pero si los nuestros cabezaleros tovieren por mejor que el nuestro cuerpo sea enterrado en la cibdat de Sevilla, o en otro lugar que sea mas a servicio de Dios, tenemoslo por bien //
(…) E si los nuestros testamentarios tovieren por bien de enterrar nuestro cuerpo en Sevilla, mandamos que lo fagan enterrar alli do tuvieren e entendieren que es mejor; pero de esta guisa: que la sepultura non sea muy alta, e si quisieren que sea alli donde el Rey Don Fernando e la Reyna Doña Beatriz yazen //
Se decidió, al final, enterrar al Rey Sabio en Catedral de Sevilla. Pero no podían pasar por alto los otros epígrafes de su testamento, puesto que parecía que tenía más claro el destino de su corazón que el del resto de su propio cuerpo:
«E otrosi mandamos, que luego que finaremos, que nos saquen el corazon e lo lleven a la Sancta Tierra de Ultramar, e que lo sotierren en Iherusalem, en el monte Calvario, (…) e mandamos que faga don Frey Juan, teniente de las vezes del maestre del Temple en los reinos de Castilla, et de Leon, et de Portugal //
Mandamos otrosi que cuando sacaren el nuestro corazon para llevarlo a la Sancta tierra de Ultramar, segund que es ya dicho, e que saquen lo otro de nuestro cuerpo e lo lleven a enterrar al monesterio de Sancta Maria la Real de Murcia, o a do el nuestro cuerpo oviere a ser enterrado, que lo metan todo en una sepultura assi como si nuestro cuerpo fuese y a yazer, si el monesterío fuere en aquel estado que lo nos establecemos e devemos estar; e sy non, mandamos que, fagan esto en la iglesia mayor de Sancta Maria de Sevilla.
Sepulcro de Alfonso X en la Catedral de Sevilla
Sin embargo esta disposición no fue recogida en el codicilo testamentario que otorgó en Sevilla el 22 de enero de 1284, unos tres meses antes de su muerte. Allí dejó escrito que quería que su corazón fuese enviado a Jerusalén y enterrado en el Monte Calvario. Sus entrañas debían ir al monasterio de Santa María la Real del Alcázar en Murcia. Y respecto al resto de su cuerpo, pedía que fuera enterrado en Sevilla, donde mejor les pareciese a sus descendientes.
En tiempos de Carlos V (1525), se elaboró un mausoleo para las entrañas de Alfonso en la Catedral, a donde se trasladaron. Dejando el Emperador Carlos instrucciones precisas para que, en la capilla en la que reposaran, fuera cual fuese su rango, no pudiera nadie ser enterrado:
“AQUI ESTAN LAS ENTRAÑAS DEL SEÑOR REY DON ALONSO X, EL QUAL MURIENDO EN SEVILLA POR LA GRAN LEALTAD CON QUE ESTA CIBDAT DE MURCIA LE SIRVIO EN SUS ADVERSIDADES LAS MANDO SEPULTAR EN ELLA”.
Su cuerpo fue enterrado en la Catedral de Sevilla, en un primer momento en la antigua Capilla Real a los pies de una estatua suya que llevaba una corona de oro y un cetro de plata. Estos elementos, junto con el resto de joyas que la adornaban, fueron retirados por Pedro I de Castilla, su tataranieto, en 1356.
En 1948, en el séptimo centenario de la conquista de Sevilla por Fernando III, padre de Alfonso, se le construyó el sepulcro actual que está situado en el lado del Evangelio de la Capilla Real.
Fuente: https://elretohistorico.com/