Fenómenos paranormales en la casona de la calle San Marcos
Muy difícil fue conseguir el testimonio de la persona capaz de revelar los misterios que se percibe en una antigua casona de calle San Marcos. A su carácter reservado, y la maña propia de quienes se empinan a la tercera edad, hay que considerar que L.R.A, de 61 años, no observa en ninguno de los extraordinarios hechos que a continuación se relata nada ajeno a vida misma y las dimensiones que la rodean. A muchos otros estos fenómenos los ha hecho arrancar de espanto o evadir acercarse a dicho inmueble. Pero su sexagenario ocupante no les teme, porque se ha acostumbrado a convivir con ellos.
En calle San Marcos se encuentra la sede del Sindicato Profesional de Marineros Auxiliares de Bahía. El gremio fue fundado el 1° de abril de 1966, pero la casona es de data mucho más antigua; por lo menos, de principios del siglo XX.
L.R.A, quien llegó a esta ciudad desde el sur hace 40 años, se le presentó en los inicios de la década del noventa la oportunidad de cuidar la vivienda a tiempo completo y vivir en ella, situación que aceptó de inmediato, ignorando el porqué de tan conveniente oferta. Ya instalado en el lugar, a poco andar, el hombre comenzó a sentirse visitado por extraños fenómenos que no tenían explicación aparente en el campo de la física tradicional.
Primero, fue el desplazamiento de muebles de un lugar a otro, sin que ninguna fuerza externa y tangible impulsara el proceso de movimiento. Fiel a su carácter temerario, lejos de sugestionarse, no prestó mayor asunto al fenómeno y decidió obviarlo, considerándolo dentro de aquellas cosas que pasan, pero no tienen una explicación lógica, según cuenta. Luego, comenzó a escuchar conversaciones nocturnas en las que sobresalía la voz de un hombre mayor, y en las que a veces intervenían hasta tres personas con mensajes ininteligibles.
«Las primeras veces que sentí estos murmullos, pasos y la presencia de estas personas, pensé que se trataba de ladrones que intentaban pasar por una frágil ventana que da a la calle, pero al poco tiempo me di cuenta de que al abrir la pieza grande a lado del pasillo, las voces desaparecían de inmediato», confidencia.
L.R.A llegó a entender que tendría que convivir con aquellos raros sucesos, aunque manifiesta que en ningún momento le atemorizaban, ya que «en la vida y en la naturaleza pasan cosas como éstas».
Patio interior de la Casona de San Marcos
Habituado, realizaba sus actividades diarias de manera normal e hizo de la sede del sindicato su hogar desde esa fecha, ya que por decisión propia había elegido la soledad como opción personal, aparte de sus familiares que viven en otros puntos de la ciudad, aunque periódicamente se comunican con él.
Sin embargo, agrega, que cuando realizan las reuniones del sindicato, y él debe ausentarse por algunos minutos de la casa, muchos de los asistentes lo siguen, ya que saben de la incidencia de inexplicables fenómenos.
«Un día, o sea, una noche, junto al movimiento de objetos, las voces y murmullos, comenzaron a sentirse pasos de personas, además de golpes en los muros. Yo miraba al interior de las piezas no había nadie. Pero, lo más extraño fue cuando una vez desperté en la madrugada y sentí que un peso no me dejaba mover los pies. Pensé que se trataba de un gato, así que moví las piernas hacía arriba de las frazadas, con lo que la pesadez bajó de la cama. Gracias a los claros que entraban por una ventana vi que se trataba de un bulto negro y cuando prendí la luz vi que el bulto era del tamaño de una persona se iba por el pasillo y se desvaneció antes de llegar a la puerta de calle», expresa.
Agrega que esto no sucede sólo en la vivienda que habita y cuida, ya que ha conversado con sus vecinos y estos conocen este tipo de fenómeno, sobre todo el de una silueta negra, como de un sujeto alto que merodea por las viviendas.
«Lo que le he contado es nada más que la verdad. No he agregado más ni quitado menos, es lo exacto. No he inventado nada», afirma.
Fuente: http://www.estrellaarica.cl/