LOS TEMPLARIOS Y LA ERMITA DE SAN BARTOLOMÉ DE UCERO
En la orilla de las aguas del Río Lobos se levanta uno de esos enclaves telúricos que, como embajador inmejorable de la España Mágica, representa como nadie a ese Otro Lado de Nuestra Piel de Toro. No está ahí por mera casualidad ni por aumentar más si cabe la belleza de esa zona, que ya es por sí sola unas de las magnificencias naturales que poseemos y que tenemos la suerte de disfrutar dentro de nuestras fronteras.
Además el significado de lugar mágico siempre está asociado a los Caballeros de la Orden del Temple o los famosos Templarios, construyendo esta reliquia en forma de ermita. Para los que todavía no saben de qué habla este Quijote loco, me refiero a la ermita de San Bartolomé.
La ermita de San Bartolomé se encuentra en Ucero (Soria), en pleno corazón del Cañón del Río Lobos soriano y gracias a la presencia de esos curas con dotes de guerra, siempre rodeados de un halo de misterio y de algo que simplemente huele a algo que todavía está por descubrir, nos han legado a nosotros una ermita situada en un paraje inigualable y precioso, y para dar fe de su paso por la zona.
Como escribe Juan García Atienza en uno de sus libros, «el convento del valle del río Lobos está encadenado a una tradición religiosa presente en aquella zona desde los albores de la humanidad. Forma parte de uno de los núcleos mágicos tradicionales de la península, de uno de esos lugares en los que se han ido sucediendo, a través de los tiempos, cultos, prodigios, milagros y fenómenos que escapan a la explicación racional, y misterios celosamente guardados por piedras que aún no han consentido en revelar el secreto que ocultan».
Para muchos San Bartolomé de Ucero es considerado como el “centro” de aquella España templaria por su colocación respecto a las demás ciudades y núcleos relacionados con el Temple, y esta pequeña ermita guarda en ella muchos misterios que dejaron allí los Templarios.
Mucho se ha hablado sobre la relación de la orientación de la ermita con el conocimiento astronómico que poseían los Templarios (recordemos que los Templarios se destruyeron a sí mismo por los conocimientos que tenían y que no se adecuaban a la época) y que han dejado plasmado en San Bartolomé inscripciones en la fachada de dicha ermita.
Este conocimiento astronómico y la colocación de la estructura religiosa se demuestra cuando, según cuenta la tradición, los rayos del Sol en el solsticio de invierno entran por el rosetón meridional e iluminan una talla situada en la capilla de la Virgen de la Salud. Lo tallado es la cruz patada, la famosa cruz roja que se estrecha a medida que te acercas al centro de ésta y que es símbolo incuestionable de los Templarios. Además según se cuenta, si te pones encima de la talla y muestras signos receptivos, tu bienestar y tu salud aumentarán; de ahí viene el nombre de la capilla de la Virgen de la Salud.
Hay que añadir que para algunos eruditos del estudio de los Templarios, el convento de Ucero se encuentra con absoluta exactitud en el eje vertical de la Península Ibérica. Si realizamos una línea recta imaginaria, los dos extremos de la línea imaginaria, en occidente el Cabo de Finisterre y en oriente el Cabo de Creus, son equidistantes, es decir, tienen la misma distancia respecto a la ermita de San Bartolomé de Ucero.
Al igual que la ermita de San Bartolomé, los Caballeros Pobres de Cristo dejaron muchas construcciones durante su estancia en España que, aunque pase el tiempo, conserva su transcendencia como para señalar que en esa misma localización una persona siente algo que en otro sitio o paraje no lo percibe. Podemos afirmar sin miedo que nuestro país posee tradición templaria y de griales. Es la España Mágica en estado puro, que agradece todos los intentos de cierta gente que intenta descubrir su grandiosidad maravillosa.
Fuente: http://www.angulo13.com/