Arturito Pomar y las tablas con Fischer

Alexander Alekhine, Max Euwe, Mikhail Botvinnik, Vassily Smyslov, Mikhail Tal, Tigran Petrosian, Boris Spassky, Bobby Fischer y Anatoli Karpov es la nómina de campeones del mundo de ajedrez a los que se midió Arturito Pomar.
El niño prodigio del ajedrez español ya dominaba el tablero a los cinco años y era subcampeón provincial con 11 años y entonces participó en el Campeonato de España que se disputó en el Casino Militar de Madrid.
Solo un años después, en 1944, con 12 años, Pomar logró uno de los hitos de su carrera en el Torneo de Gijón. o sea, después de ocho horas logró tablas con el campeón del mundo, Alexander Alekhine convirtiéndose entonces en una de los estrellas del NO-DO, donde llegó a ser recibido por Franco en su residencia de El Pardo, donde le concedió la Medalla de Alfonso X el Sabio.
Pomar debutó internacionalmente en 1946, con 14 años, en un torneo organizado por el diario ‘Sunday Chronicle’ en Londres donde la vida de ajedrecista de competición no le suponían ingresos para ganarse la vida y con 20 años pues se volcó en las exhibiciones, mucho más lucrativas.
De hecho, el balear inició una gira por América -desde Argentina a Canadá- que se prolongó durante tres años y luego tras la vuelta decidió buscar trabajo para tener estabilidad económica.
Así, en 1959, un año después de casarse, consiguió una plaza en la oficina de Correos de Ciempozuelos (Madrid) y así comenzó a plasmar su buen momento personal en el tablero.
En 1962 alcanzó el cénit de su carrera, al clasificarse para el Torneo Interzonal de Estocolmo, o sea, era el paso previo al Campeonato del Mundo.
Pomar era el único participante que concurrió solo, sin entrenador, con el único apoyo de un libro que le había costado 15 pesetas y allí logró la gesta más grande de su carrera como ajedrecista.
En posición de relativo equilibrio, pero con peón de menos, Pomar ofreció tablas a Fischer, quien se levantó de la silla y gritó en la sala: “A mí, con peón de más, nadie debe pedirme tablas”.
Sin embargo, el balear eligió bien y el resultado, tras un agónico final, fue el empate que Arturito había ofrecido antes al genial jugador estadounidense.
Entonces Fischer, dolido por no haber podido derrotarle, le dijo con tono despectivo una frase que ha pasado pues a la historia del deporte español: “Pobre cartero. Con lo bien que juega tendrá que volver a España a pegar sellos cuando así acabe el torneo”.
El 9 de julio de 1946 Arturo logró en Santander el primero de sus siete títulos nacionales, mientras que por otro lado a nivel internacional sus conquistas más destacadas fueron una medalla de bronce en la Olimpiada de Leipzig (1960), y su victoria en el Abierto de Estados Unidos en 1953.
Alternó durante muchos años su trabajo en Correos con la vida de ajedrecista y agotado por los viajes y la exigencia de partidas y exhibiciones, desarrolló una enfermedad degenerativa cuyos principales síntomas eran entre otroa la pérdida de memoria y la confusión.
Autor de tres libros de ajedrez (Temas de ajedrez, 1956; Las pequeñas ventajas en el final, 1958 y El arte de ver con ello la ventaja, 1968), su mejor clasificación la obtuvo en 1967, cuando la lista de la FIDE le situó el puesto 40 del mundo.
Retirado de la competición en 1977, Pomar se definía ajedrecísticamente así: «Practico un juego de tipo posicional y así también suficientemente táctico. Estas dos facetas o cualidades son las que definen el carácter de mi juego. Posiblemente, la parte más débil de mi práctica es cuando se presentan situaciones con enroques cambiados. Surgen ofensivas pues de peones con ataques y contraataques. Son las posiciones que conduzco con mayor dificultad”.
Arturito falleció el 26 de mayo de 2016 en Barcelona, olvidado, como vivió, desapareciendo con él el mito de uno de los niños prodigios más renombrados de su deporte.
Fuente: https://www.eurosport.es/ajedrez/blog-de-la-calle-arturito-y-las-tablas-con-fischer_sto5631873/story.shtml