El macabro fantasma del lago
Arturo y Teresa, una pareja feliz sin duda alguna; ellos se conocieron hace muchos años y el amor llegó para llenar su casa con dos pequeños niños: Raúl de 7 años y Claudia de 3. Arturo era un brillante médico, muy adinerado y Teresa se ocupaba de la crianza de los retoños.
Después de mudarse del norte del país, fueron a vivir a una casa junto a un lago, a las fueras de una gran ciudad. En la noche de su décimo aniversario, Arturo y Teresa decidieron ir a cenar a la ciudad por lo que dejaron a cargo de los pequeños a una joven adolescente amiga de la familia y durante esa noche se produjeron todo tipo de fenómenos paranormales que los asustaron.
Todo iba perfecto, los padres habían encargado a sus hijos con Abigail, la joven y los felices padres le dejaron los números de contacto para que se comunicara ante alguna emergencia; la comida en el frigorífico, los pijamas en el cajón y la tele hasta las 9 de la noche. Una vez llegada la hora, los niños se fueron a dormir acompañados de Abigail para que les contara un cuento y luego se fue sentar al sillón y mirar una película, esperando el regreso de los jóvenes padres.
De pronto, sonó el teléfono de la casa; Abigail lo atendió y se escuchó una voz masculina muy rasposa que decía:
– Me dirijo hacia ti. De pronto la llamada se cortó.
Ella pensó que era una broma o un número equivocado y aunque se sintió tensa trató de no darle importancia; más entrada la noche, el frío se comenzó a sentir en toda la casa la azotea comenzó a crujir y el tiempo parecía ir cada vez más y más lento.
De pronto, volvió a sonar el teléfono… la misma horrible voz…
– Me encuentro muy cerca de ti, voy por ellos. Dijo la voz…
Abigail colgó de inmediato y llamó rápidamente a la policía; ellos con demasiada calma dijeron que irían a ver que sucede aunque ella trataba de apurarlos. Cuando colgó sonó nuevamente el teléfono, pensó que era la policía pero no… solo se escuchaba una respiración y finalmente la misma voz que dijo…
– Aquí estoy.
Colgó pero se quedó prácticamente inmóvil, completamente horrorizada; después, se escucharon las sirenas de la policía a fuera y de nuevo el teléfono…
– ¿Bueno? Temerosa contestó Abigail…
– Salga inmediatamente de ahí. Era el comisario que estaba exaltado.
Le ordenaba a la joven que saliera rápidamente de la casa; al salir, ingresó a una de las patrullas y el comisionado le explicó que recibió varias llamadas desde el piso de arriba de la casa minutos después de la llamada de Abigail.
En ellas solo escuchó aterradoras voces de un hombre y gritos de lo que parecían ser niños. Pero la joven no escuchó nada; la policía entró inmediatamente y subió a buscar a los niños, pero no se encontraban en sus camas.
Habían charcos de agua en la recámara y un camino líquido desde arriba hasta la puerta trasera, sí, justo donde tenían acceso al lago; los padres llegaron y horrorizados buscaron a los pequeños por mucho tiempo.
Meses después, se enteraron que su casa había sido de un hombre que había sido abandonado con sus hijos por su mujer. Despechado el sujeto tomó a los pequeños, los llevó hasta ese lago y dejó de existir con ellos…
Fuente: http://expedienteparanormal.com.mx/