El Toro de los Cuernos de Fuego

Don Jesús era un hombre alto, fornido y humilde con la piel curtida por el sol y el viento en su caminar diario, con una barba de bastante tiempo, mal oliente que caminaba de un lugar a otro.
Andaba con un saco al hombro, donde llevaba las pocas pertenencias que poseía, como el mate y el tacho para calentar el agua y por supuesto la olla negra en que hacia su comida y las pocas pilchas que tenía para cambiarse.
Llegó a Quelén donde le habían dicho que había una mina muy buena para trabajar, indago con los vecinos del pueblo, y ellos le indicaron como llegar hasta allí.
Camino toda la mañana internándose en la cordillera, donde el camino era cada vez más peligroso puesto que el follaje y los arboles grandes del lugar, hacían el camino mas agreste y malo.
Sorteando todo tipo de inconvenientes llegó a una poza grande donde paró para descansar un momento y poco después se puso a dormir un momento por el cansancio.
Después de haber descansado, se dio cuenta que su estomago estaba vacío, hacia muchas horas que no probaba comida alguna, pensó en su saco pero recordó tristemente que ya no quedaba nada.
Se levanto del suelo, fue caminando hacia el agua donde pescó un par de peces y tras saciar su apetito guardo su saco y emprendió el camino, enfiló por un sendero hacia arriba, hasta donde habían dicho que se encontraba la mina.
En un recoveco del camino divisó a lo lejos lo que podría ser una mina y tras llegar al lugar habló con el dueño que le preguntó, si había trabajado alguna vez en minas, ¡si! Contestó, toda mi vida.
Don Ronaldo que era el dueño y estaba escaso de personal, le dijo que lo iba a tener a prueba algunos días y después le haría un contrato, el forastero le dijo que el quería ser perforador y que el traía todas sus herramientas.
Don Ronaldo tenía que entregar metal, así que le dijo lo que tenía que hacer y dónde, pero el forastero le dijo que a el le gustaba trabajar solo y después de varios días nadie lo vio.
De pronto don Ramón fue hacia la boca de la mina, donde le había dicho al forastero que perforara y al acercarse allí se llevó una gran sorpresa al ver el montón de piedras que tenia acumulado.
Los hombres se preguntaron como lo había hecho el solo para juntar tanto material pero el forastero no dio ninguna respuesta y pocos días después el dueño y otros trabajadores se fueron a la mina para saber como extraía el metal.
Mientras estos estaban agazapados detrás de unas rocas mirando hacia la boca de la mina vieron un enorme toro negro que con sus cuernos lanzaba fuego hacia el cerro y se desmoronaban las rocas cayendo hacia afuera.
Tras presenciar esto, se marcharon asustados retrocedieron de ese lugar, se fueron hacia las oficinas, donde empezaron a preguntarse de donde había salido este forastero.
Ellos muy temerosos corrieron en todas direcciones y es que cada noche de luna llena se ve reflejado en los cerros un toro negro con unos enormes ojos de fuego, que cornea furioso el terreno con sus brillantes cuernos de fuego.
Fuente: https://www.salamancabusca.cl/leyendas-de-salamanca/#:~:text=Supuestamente%20la%20raja%20es%20una,brujos%20hac%C3%ADan%20sus%20%E2%80%9Caquelarres%E2%80%9D.&text=La%20cueva%20de%20Salamanca%20o,confesiones%20de%20brujos%20y%20brujas.