La Primera Cruzada: Asedio de Nicea (1097)

La primera cruzada inició el complejo fenómeno histórico de campañas militares, peregrinaciones armadas y asentamiento de reinos cristianos que buscaron recuperar las tierras perdidas siglos atrás ante el avance musulmán.
Este prolongado paréntesis de la Edad media convulsionó la región entre los siglos XI y XIII y es denominado por la historiografía como las cruzadas pues la Primera Cruzada comprende de dos Cruzadas separadas; la primera fue denominada la Cruzada Popular o de los Pobres y la segunda es la Cruzada Señorial o de los Caballeros.
Los ejércitos cruzados pasaron a Asia Menor durante el primer semestre de 1.097, donde se les unió Pedro el Ermitaño y el resto de su pequeño ejército.
Además, Alejo I también envió un contingente militar de unos 2.000 efectivos con dos de sus propios generales, que eran Manuel Boutoumides y Tatikios, para ayudar a los cruzados.
El primer objetivo de su campaña era Nicea que anteriormente fue una ciudad bajo el dominio bizantino, pero habiéndose entonces convertido en la capital de los seljúcidas del Sultanato de Rüm.
Llegaron a la ciudad con unos efectivos de 4.200 infantes y 30.000 jinetes, poniéndola bajo sitio a partir del 14 de mayo, con clara asignación de fuerzas en las diferentes secciones de las murallas, que estaban bien defendidas con 200 torres.
Bohemundo acampó en el lado norte de la ciudad, Godofredo en el este, y Raymundo y Adhemar de Le Puy en el sur y otra fuerza bizantina suministró los barcos necesarios para completar el asedio, dado que estaba situada junto a un lago.
Cuando Kilij Arslan se enteró de que los cruzados habían sitiado Nicea, estaba con la guardia baja y se apresuró en hacer regresar a su ejército y luego marchó a Nicea con la intención de lanzar un ataque sorpresa en el sur.
Kilij Arslan ocultó a su ejército en las colinas densamente arboladas cerca de la ciudad y, cuando pensó que podía hacer frente así al enemigo por sorpresa, Kilij ordenó atacar a sus tropas.
Pero los cruzados estaban completamente preparados para enfrentarse a los turcos en batalla y antes de la emboscada turca, habían capturado a un espía turco en su campamento que lo obligaron a revelar los planes de Kilij Arslan.
El sultan Kilij Arslan I atacó a los cruzados en la zona de Raimundo de Tolosa, pero estos se mantuvieron firmes y así las tropas de Godofredo de Buillón y Roberto de Flandes acudieron en su ayuda, atacándole de flanco y provocando fuertes pérdidas haciéndole retroceder.
Trás haber hecho frente a la amenaza de los turcos en el campo circundante, los cruzados reenfocaron toda su energía en el asedio. “Nuestros hombres lanzaron las cabezas de los muertos a la ciudad, para que ellos (los turcos) fueran más aterrorizados“, se cuenta en la Gesta.
Para los guerreros cristianos, las cabezas de catapultas de los muertos de sus enemigos no eran suficientes pues colocaron algunas de esas cabezas en picas y desfilaron alrededor de las murallas en un esfuerzo por dar más terror a los corazones de la guarnición turca.
Los turcos, sin embargo, no estaban dispuestos a someterse: pusieron una fiera resistencia contra los cruzados y en represalia, pues ataron a guerreros cristianos muertos a lo largo de la pared y los dejaron allí para pudrirse.
Después de pasar varias semanas luchando, incapaz de romper los gruesos muros, los cruzados se dieron cuenta de que, si iban a capturar Nicea, tenían que emplear más de una estrategia.
Habían bloqueado a Nicea del mundo exterior, pero el muro occidental quedó sin defensa, dejando a ese lado de la ciudad abierto para recibir suministros de los aliados.

El sultán Kilij-Arslan contra los cruzados en la batalla de Nicea (1097)
Los cruzados no podían escalar las paredes con escaleras, o sea, los intentos anteriores habían fracasado y tampoco podían pues bombardear las paredes con piedras usando mangoneles ya que no podían encontrar piedras lo suficientemente grandes para así romper esas paredes. Así, en cambio, bombardearon las paredes con misiles ligeros mientras un contingente de tropas intentaba hacer una mina.
Otro contingente de guerreros cristianos construyó una pantalla, hecha de roble que tenía un techo inclinado, o sea, la pantalla fue construida para protegerlos contra las flechas, piedras, proyectiles y agua hirviendo o alquitrán.
La acercaron al muro y comenzaron inmediatamente a socavar las paredes. “Así que cavaron los cimientos de la muralla y además pusieron maderas para sostener la mina y después las prendieron fuego. Sin embargo, la torre cayó durante la noche, y esperaron al día siguiente para penetrar por la brecha. De hecho, durante esa noche los turcos construyeron y restablecieron la muralla, y cuando llegó el día, nadie podía dañarlos por ese lado“.
Eso hizo mucho más difícil la tarea de los cruzados porque, frente a un enemigo igualmente formidable, tenían que idear entonces una nueva estrategia para tomar Nicea.
A medida que pasaba junio, el calor del comienzo del verano alcanzaba a los cruzados, haciendo que su guerra contra la guarnición turca fuera aún más insoportable de lo que ya era.
Durante todo ese tiempo, el emperador bizantino Alejo I Comneno se aseguró de que le mantuvieran al tanto del asedio, así es muy posible que su comandante general, Tatikios, le mantuviera bien informado pero cuando se dió cuenta de la dificultad de la captura de Nicea, Alejo decidió intervenir.
Los cruzados, mientras tanto, luchaban valerosamente y ferozmente, pero los turcos mostraron un nivel similar de destreza militar y gracias a las fuertes murallas y la ayuda de los aliados, pudieron resistir a los cruzados.
Eso fue hasta que Alejo apareció en las orillas del lago Askaniano con una flotilla, o sea, los turcos se maravillaron al verlos, y sin saber si eran fuerzas propias o enemigas pues cuando vieron que eran del emperador bizantino, se dieron pues cuenta que no había esperanza.
Los defensores ya no podían recibir refuerzos, Kilij Arslan I negoció en secreto con los bizantinos para entregarles la ciudad, pues mientras los cruzados la asediaban y Alejo I aceptó la rendición de Kilij Arslan I, que temía que los cruzados no sólo destruyesen y saqueasen la ciudad.
Cuando los cruzados despertaron el 19 de junio de 1097, vieron pancartas y banderas bizantinas que enarbolaban sobre los muros de la ciudad de Nicea.
No se les permitió entrar en la ciudad, excepto en pequeños grupos supervisados pues esta política se ajustaba a los juramentos de fidelidad hechos a Alejo I, y el emperador aseguró que los cruzados fuesen bien remunerados por sus esfuerzos y así tras entregar la custodia de Nicea a los bizantinos, los cruzados reanudaron su campaña a Jerusalén.
Fuente: https://arrecaballo.es/edad-media/las-cruzadas/primera-cruzada/