La casa Ram de Alcañiz (Teruel): leyenda y misterio de una casa «encantada
La familia Ram, posiblemente la más influyente de Alcañiz durante la Edad Media y Moderna, tuvo su casa solariega en el actual solar de la C/ Mayor nº 11, frente a la torre gótica de la Iglesia de Sta. Maria y detrás de la Lonja. Una leyenda reciente considera que esa casa está “encantada” como consecuencia de un acto sacrílego realizado por uno de sus habitantes.
La tradición alcañizana asocia este singular edificio con una casa encantada, embrujada o excomulgada cuyo largo abandono e imposibilidad de habitación fue provocado supuestamente por un acto sacrílego del que se conocen distintas versiones. La historia cuenta que un antiguo habitante de la Casa Ram, tras comulgar en la iglesia de los Escolapios, guardó la sagrada forma en un pañuelo para llevarla intacta a su vivienda. Una vez allí, en la cocina, frió la hostia en una sartén y después la clavó en la pared. Aquello fue más que suficiente para que la casa estallase en medio de un pavoroso incendio al mismo tiempo que se oía el ruido de pesadas cadenas bajando por las escaleras.
Hay otras versiones más literarias que hablan de un niño cuidado por una mora que arrojó la sagrada forma y un crucifijo al pozo de la casa como venganza por el maltrato, torturas y vejaciones que su propia familia había dado a sus cuidadores musulmanes. En todo caso, parece existir siempre como hilo conductor en esta leyenda un acto sacrílego y de desprecio hacia la comunión o la eucaristía.
Curiosamente, un sacerdote, el Padre Joaquin Buñuel, hizo referencia a esta cuestión en su obra “Alcañizanos ilustres”, publicada en 1959, al tratar la biografía de otro destacado miembro de la familia Ram: el abogado Jerónimo Ram de Viu (1731-1803): “Es indudable que este señor debía gozar de gran preponderancia y prestigio en la ciudad, exigiendo el que hasta la Iglesia le sirviese gratuitamente. De ahí que el señor arzobispo de Zaragoza, Don Juan Sáenz de Buruaga, en el Decreto que dio al cerrar la santa visita pastoral, el 20 de mayo de 1776, prohibiese con suspensión “a divinis”, a todos los sacerdotes, tanto del clero secular como del regular, el que celebrasen la misa en su oratorio particular, por no haber permiso para ello. Juzgamos sea ésta, y no otra la leyenda que corre, aunque sea verosímil, por la que a la casa de Samitier, hasta ahora poco existente, se le llamase la Casa excomulgada” (Buñuel 1959, 265).
Fuente: https://historiasdelbajoaragon.wordpress.com/