La leyenda de la costurera y el hueso de muerto

Una mujer que se dedicaba a la costura en Remolino (Magdalena), estaba confeccionando un vestido de novia, pero tenía la costumbre de trabajar hasta altas horas de la noche.
Mientras realizaba su labor el 2 de noviembre, el pueblo se quedó sin luz, entrada en desesperación porque no encontraba una vela para seguir con su trabajo; de repente vio una procesión que venía pasando y le pidió prestado a alguien de la multitud una vela, a lo que esta persona le contestó: “Te la presto pero mañana vengo por ella y algo más”.
Según el relato, la mujer siguió trabajando hasta quedarse dormida encima de su máquina de coser y cuando despertó se dio cuenta que la vela se había consumido por completo.
Aterrorizada, buscó al párroco del pueblo para contarle lo sucedido, este la regañó y le dijo: “Ese hueso es de un ánima bendita del purgatorio que luego iba a venir a por su parte y de paso por ella, por no respetar las horas de la noche cuando todos deben descansar”.
La única forma para que no se llevaran a la costurera a penar con ella, era que el ánima al momento de pedir su hueso escuchara el llanto de un recién nacido, de esta manera tendría misericordia del bebé por quedarse sin madre.
Cuentan que la mujer prestó un bebé y cuando se cumplió la hora, se fue la luz de nuevo e inmediatamente se sintió una procesión con gritos espantosos que tocó su puerta.
El alma bendita pidió su hueso y al escuchar el llanto del niño le dijo lo siguiente: “Te perdono porque tienes un bebé en tus brazos, de no ser así estuvieras ahora mismo penando con nosotras por siempre y no respetar nuestro día”.
Al día siguiente esta mujer les hizo una misa, prometiendo nunca más trabajar en horas de la noche, algo que cumplió por el resto de su vida, ya que entendió que en este mundo hay tiempo para trabajar, para descansar y también para reencontrarnos con nuestros seres queridos.
Fuente: https://www.aldia.co/archivos-x/mes-de-los-fieles-difuntos-tiempo-para-reencontrarse-con-el-ser-amado-45033