Picasso y el robo de la Gioconda

El 23 de agosto del 1911 París amanece conmocionado: La obra más famosa de Leonardo da Vinci ha sido robada del museo de Louvre pues nadie tiene la más mínima idea de donde se encuentra.
Tras algunas investigaciones por parte de la policía dos personas serán retenidas como sospechosos del robo: Pablo Picasso y Guillaume Apollinaire.
El pintor y el poeta fueron detenidos e interrogados por la Policía ya que se sabía por sus discursos que defendían las radicales propuestas del futurista Marinetti con respecto a la quema de los museos y la destrucción de sus obras para dejar paso a un arte nuevo.

El hueco que quedó tras el robo
Pero principalmente se consideró a toda la Banda Picasso como sospechosos por sus antecedentes en hurtos similares en el museo e incidentes similares en otros más,
El Louvre permaneció cerrado durante una semana para investigar la desaparición del cuadro y tras varias pesquisas la policía dio con una pista interesante: el poeta Guillaume Apollinaire y el pintor Pablo Picasso tenían antecedentes en este tipo de delitos.

Recorte de prensa con la noticia
Resulta que cuatro años antes, un amigo común, el belga Joseph Géry Pieret, había robado un par de estatuillas ibéricas del museo aprovechando sus grietas en la seguridad.
Las pequeñas esculturas fueron a parar al taller de Picasso, que en aquellos días estaba pintando sus «Señoritas de Avignon» y estaba fascinado por el arte antiguo y primitivo.
Tras el robo La Gioconda (según Fernande Olivier, amante de Picasso en esos días), los jóvenes quisieron deshacerse de las obras y hasta se plantearon tirarlas al Sena, pero al final Apollinaire intentó venderlas y ahí fue donde la policía se enteró de todo.

Pablo Picasso y Guillaume Apollinaire
Estamos pues ante una banda internacional de traficantes de arte, por lo que un mes después del robo de La Gioconda, Apollinaire fue interrogado y finalmente encarcelado durante dos días.
Algo debió decir el poeta, pues poco después la policía fue a buscar a Picasso a su casa para llevarlo a comisaria y hacerle un interrogatorio pero llegó un momento de máxima tensión cuando la policía trajo a su amigo Apollinaire.
El juez le preguntó al pintor si conocía a Apollinaire, y en un acto de cobardía impropio de un macho alfa como él, Picasso respondió: «Nunca he visto a este hombre».

Ficha policial de Peruggia.
Casi medio siglo después, en una entrevista con el cineasta de arte Gilbert Prouteau, Picasso habló sobre los acontecimientos de 1911. «Al decir eso vi la expresión de Guillaume cambiar. La sangre bajó de su rostro. Todavía estoy avergonzado…»
Poco después, los nombres de Picasso y Apollinaire quedaron absueltos cuando en noviembre de 1913 el cuadro apareció en manos de un tal Vincenzo Peruggia, antiguo trabajador del Louvre que se había llevado el cuadro sin problemas bajo su gabardina blanca con el objetivo de llevarlo de nuevo a Italia, a donde realmente pertenecía.
Fuente: https://historia-arte.com/articulos/picasso-y-el-robo-de-la-gioconda