El crimen de Mayerling: La misteriosa muerte de Rodolfo de Habdburgo

El príncipe Rodolfo nació en Viena el 21 de agosto de 1858 siendo el único hijo varón y el tercero de los vástagos del emperador Francisco José y su esposa la emperatriz Sissí,
Las discusiones dentro de palacio se transformaron pronto en una peligrosa tendencia pública del Kronprinz al defender abiertamente sus políticas contrarias a las del imperio y de su propio padre.
El punto de inflexión se dio en 1878 cuando Rodolfo firmó con su propio nombre “La nobleza austriaca y su misión constitucional” donde defendía abiertamente sus ideas liberales.
El emperador Francisco José intentó decidió que Rodolfo tenía que asumir su responsabilidad como futuro jefe de la casa de los Habsburgo, por lo que le obligó a aceptar a la princesa Estefanía de Sajonia-Coburgo-Gotha, hija del rey de Bélgica, como su esposa con la que tuvo una hija llamada Elisabeth María.
Pocos días antes del trágico desenlace acaecido en Mayerling, fueron algunas las voces que avisaron de que algo trágico podía sucederle al Kronprinz.
La primera de ellas no fue tomada en demasiada consideración ya que desde 1886, Rodolfo mantenía una relación con Marcela Caspar, a la que llamaban cariñosamente Mizzi que ya había alertado en alguna ocasión a la policía acerca de las intenciones suicidas de Rodolfo.
Fue una baronesa, María Vetsera, quien sí le seguiría en su trágico final que había entrado en la vida de Rodolfo a finales de 1888 y es muy probable que transmitiera sus deseos de acabar con su vida a María Vetsera ya que el 14 de enero de 1889, a penas quince días antes de su final, hizo testamento.
Cuando Rodolfo llegó a Mayerling le estaban esperando su cuñado, el príncipe de Coburgo, el conde de Hoyos y cuando llegó María Vetsera, ambos se alejaron del edificio y se marcharon a pasear por los bosques cercanos.
A la hora de cenar, se unieron al conde de Hoyos, pues su cuñado había marchado a Viena y tras despedirse citándose para el día siguiente el conde se retiró a dormir a un pabellón anexo.
Pero por la mañana, ni Rodolfo ni María despertaron a la hora indicada y entonces el conde de Hoyos derribó la puerta de la habitación de los amantes que estaba cerrada por dentro.
La escena que encontraron desvelaba el más trágico de los desenlaces pues encontraron a Rodolfo de Habsburgo y su amante,que yacían sin vida en el dormitorio.
Cuando el conde de Hoyos partió de Mayerling comunicó la terrible noticia al emperador Francisco José y a la emperatriz Sissi de la muerte de su hijo Rodolfo de Habsburgo.

Mayerling, antiguo pabellón de caza del príncipe heredero Rodolfo
Francisco José se afanó en tomar rápidas decisiones y lo primero que hizo fue obligar bajo juramento a los testigos de la tragedia a guardar eterno silencio sobre lo realmente sucedido.
María desapareció rápidamente de la escena del crimen y de la historia oficial cuando Francisco José ordenó enterrar sus restos en un lugar apartado y oculto.
Si era cierto que Rodolfo se había suicidado después de matar a su amante, iba a ser muy difícil justificar ante la estricta ortodoxia católica su entierro en lugar apartado y oculto.
Francisco José tuvo que hacer grandes esfuerzos para convencer a la jerarquía eclesiástica de que Rodolfo debía ser enterrado en la Cripta Imperial como un católico miembro de la dinastía más.
La documentación que transmitió el emperador al Vaticano fue la que abrió las puertas al Kronprinz de la cripta de los capuchinos, o sea, son unos documentos que permanecen bajo llave en Roma y que aún nadie ha podido consultar.
Una versión decía que los amantes se habían quitado la vida poco tiempo después de conocerse al descubrir que eran hermanos de padre o que María estaba embarazada del heredero.
El conde de Hoyos, primer testigo de la tragedia, afirmó poco después, que María llevaba muerta más tiempo que Rodolfo pues observó que sobre una mesita situada al lado de la cama, había un vaso con restos de coñac, un espejo y una pistola.
Una primera hipótesis planteó la posibilidad de que Rodolfo hubiera sido envenenado, voluntaria o involuntariamente, y al desfallecer, se hubiera dado un golpe en la cabeza, de donde había salido el charco de sangre que había a su lado.
Otra hipótesis, defendida por el médico de la corte, apuntaba a que el espejo y la pistola habían sido utilizados por Rodolfo para pegarse un tiro en la sien después de haber asesinado a su amante.
En 1959, la familia de María Vetsera pidieron a las autoridades la exhumación de su cadáver para intentar dilucidar la verdadera causa de su muerte.
La hipótesis de la muerte por impacto de bala quedó descartada cuando se confirmó que el traumatismo craneoencefálico que sufría el cuerpo no podía haber sido provocado por un disparo.
Las relaciones de Rodolfo y sus ideas políticas alejadas del conservadurismo imperial que defendía la monarquía absoluta de su padre fueron el argumento determinante para aquellos que plantearon una posible conspiración para acabar con un futuro emperador que iba a hacer añicos la ancestral magnificencia de las Habsburgo.
Los que defendían esta postura llegaron incluso a señalar con el dedo acusador al propio Francisco José pues lo cierto es que la hipótesis del asesinato de Rodolfo y María no estaba exento de pruebas.
Al parecer, la habitación en la que se encontraban estaba totalmente desordenada y la ventana abierta donde el cuerpo sin vida de Rodolfo de Habsburgo presentaba magulladuras que inducían a pensar en una terrible pelea.
Cuando los resultados de la autopsia desaparecieron sospechosamente en un incendio años después, las dudas acerca de lo qué realmente había sucedido fueron creciendo.
El testimonio más sorprendente fue sin duda el de la última emperatriz de la dinastía que era Zita de Borbón-Parma, esposa del emperador Carlos I de Habsburgo, quien declaró en 1983 de manera contundente que la muerte de Rodolfo fue un crimen de Estado.
Según Zita, el heredero de Francisco José habría sido incapaz de llevar a cabo un complot contra su propio padre y los que le habían empujado a semejante callejón sin salida decidieron acabar con su vida.
El sorprendente hallazgo de unas cartas escritas por María poco antes de morir, volvieron a poner sobre la mesa la duda acerca de sus muertes, o sea, a principios de agosto de 2015, la Biblioteca Nacional de Austria informaba que se habían encontrado tres cartas de despedida de la baronesa que había fallecido junto a Rodolfo en Mayerling.
Las misivas habían permanecido ocultas en un cofre en el banco austriaco Schoellerbank, junto a fotografías y varios documentos de la familia Vetsera desde el año 1929.

Una de las cartas escrita por María Vetsera
Los mensajes de María iban dirigidos a su madre y a sus hermanos Feri y Hanna en las que pedía perdón por lo que iba a hacer y se justificaba diciendo: “no he podido resistir al amor”.
Además, pedía que su cuerpo fuera enterrado junto al de Rodolfo en el cementerio de Alland, deseo que nunca se cumplió y en la carta se despedía de su familia afirmando que era “más feliz muerta que viva”.
Unos mensajes que también habría transmitido Rodolfo a sus padres y hermanas poco antes de llegar a Mayerling, o sea, el amor apasionado y la razón de estado se entremezclan en uno de los misterios más turbios de la historia del Imperio Austro-Húngaro.
La propia hermana de Rodolfo, María Valeria, reflejaba en su diario personal una duda, o sea, no entendía cómo aquel muchacho débil, que temía a la muerte, había decidido acercarse a ella voluntariamente.
A lo que añadía otra pregunta reveladora: “¿O tal vez ha ‘debido’ morir?”.
Si Rodolfo y María se quitaron la vida por amor o si eran conscientes de lo que Zita aseguró años después, que el heredero iba a ser objeto de un asesinato orquestado, aún no está aclarado.
Las pruebas no están todas sobre la mesa, algunas fueron destruidas y otras permanecen bajo el más estricto secreto, o sea, la última emperatriz quiso romper el pacto de silencio que la familia imperial tuvo que aceptar de Francisco José.
Fuente: https://sandraferrervalero.wordpress.com/2016/10/18/que-paso-en-mayerling/