Yiya Murano: la envenenadora de Montserrat

María de las Mercedes Bernardina Bolla Aponte de Murano, o apodada simplemente “Yiya” entre sus amigos y familiares; nació el 20 de mayo de 1930 en Corrientes (Argentina).
Era hija de una familia de militares de clase media-alta, quienes luego de un traslado por cuestiones laborales terminaron viviendo en Buenos Aires donde se casó con un reconocido abogado, quien la mantenía.
Si bien ella se recibió de maestra, nunca ejerció la profesión y tampoco trabajó pues “Prometió mantenerme toda la vida” diría mas tarde, con respecto a su primera marido.
Quienes creían conocerla dicen que se presentaba como una mujer educada, refinada, comprensible y sobre todo solidaria con sus amigas pero también afirmaban que en realidad era una mitomana, o sea, siempre inventaba relatos sobre su vida.
Solía jactarse entre sus amigas de sus múltiples amantes, de tener contactos en altas esferas y de lo mucho que le gustaba derrochar el dinero en ropa importada y joyas.
Cuando se separo de su primer marido, quien a pesar de que le pasaba una pensión, no le bastaba para mantener el alto estilo de vida que siempre deseaba tener.
Ante esto situación y con la necesidad de ganar dinero se inventó un relato en el que “Yiya” Murano prometió a sus conocidos que podría hacerles ganar la mayor tasa de interés que las que otorgaban los bancos.
De esta manera fue como muchos de sus conocidos le dieron grandes cantidades de dinero para ser invertidas creyendo en su relato, la mayoría amigas y familiares que le tenían confianza.
Pero la mentira le duró poco ya que pronto sus acreedores empezaron a solicitar el dinero que le habían dado para invertir, mas el supuesto beneficio económico.
El 10 de febrero 1979, “Yiya” Murano fue a visitar a su amiga Nilda Adelina Gamba con la excusa de comer juntas y charlar sobre el dinero que le había dado, ya que era una de sus acreedoras.
La visita se desarrolla con normalidad y en un momento dado deciden tomar un té pero su amiga Murano vierte unas gotas de cianuro en la taza de té de su amiga Nilda.
Nilda Gamba empieza rápidamente a tener dolores estomacales punzantes, a lo que Murano le indica que llamara a un médico que guiado por los dichos de Murano cree que tiene un ataque al hígado y le receta unas pastillas.
Pasadas unas horas Nilda continua adolorida, por lo que deciden llamar a otro medico que en esta ocasión ante el diagnóstico anterior le receta un inyectable.
Murano consigue una enfermera y le inyectan el calmante pero la enfermera antes de abandonar el domicilio escucha que Murano le decía a su amiga que se tome el agua que le dejó en la mesa de luz.
Mas tarde la enfermera seria una testigo clave en el juicio, pues Murano había puesto cianuro en el agua, lo que dejaría inconsciente a Nilda y le provocaría su posterior muerte.
El domingo 11 de Febrero Murano llama a un familiar de Nilda y a un médico, quien constata la muerte y la califica como “paro cardíaco no traumático”, evitando así la autopsia.
De esta forma, Nilda Gamba, fue sepultada con normalidad como si hubiera muerto de un infarto y Murano seguiría impune, incluso iría al velatorio de su amiga.
El 19 de febrero de 1979, Murano le pide a su amiga Lelia Élia que le de un tiempo mas para devolverle el dinero y ademas planifican un viaje juntas a Mar del Plata.
Salen juntas a hacer unas compras y vuelven a las 11 de la mañana y tras charlar un rato en el domicilio finalmente Murano se marcha despidiéndose de su amiga.
Vuelve a la tarde del mismo día, llama a la puerta pero no responde nadie y ante esta extrañeza le pregunta al portero si sabe donde podría estar su amiga.
Luego vuelve a la noche, y hace una escena muy parecida a las anteriores con el fin de dejar demostrado su preocupación por su amiga para finalmente marcharse a su casa.
Tres días después, un olor putrefacto invade el edificio de calle Belgrano y el portero decide llamar a la policía que una vez dentro de la vivienda encuentran a Lelia Formisano tirada en el sofá del living, muerta.
En la mesa había unas masas finas, el té servido y mas tarde se sabría que Murano había inyectado cianuro en las masas finas y el té de Lelia pero de nuevo se califica la muerte como “paro cardíaco no traumático”, evitando la autopsia y es sepultada.
Carmen Zulema del Giorgio de Venturini, también apodada “Mema”, era prima hermana de Murano y también como las otras una de sus acreedoras; quien ademas había vendido un inmueble y un auto para invertir el dinero.
Carmen era viuda, y había sido esposa de un importante empresario quien, tras su muerte, le había dejado una gran suma de dinero para ella y su hija pero unos días antes del 24 de Marzo, Carmen le había exigido el dinero a Murano, por lo que Murano tuvo que hacerle una serie de pagares. Los mismos estaban en poder de Carmen.
El día 24 de Marzo de 1979, Carmen abre la puerta de su departamento, con un gesto como asfixiándose y cae desplomada por las escaleras hacia el interior del edificio.
Los vecinos desesperados ven la escena y se acercan a ella, llaman a una ambulancia pero ya era tarde pues fallece y en ese momento aparece Murano con un paquete de masas finas, mostrándose sorprendida por el fallecimiento de su amiga y dice: “Dios mio, es la tercer amiga que se me muere en poco tiempo”.
Luego le pide al portero que le abra la puerta del departamento de Carmen, pues necesitaba sacar la agenda con los teléfonos de la familia para comunicarles lo sucedido.
El portero la acompaña y en un momento dado ve que Murano se guarda un papel y un frasco pequeño y para que este no sospeche ella le dice que se trata de remedio suyo.
Cuando llega la hija de Carmen se da cuenta que el pagare que le había realizado Murano, no se encontraba en el domicilio de su madre, a lo que el portero le cuenta lo sucedido y comunica sus sospechas a la policía.
Mientras tanto en la autopsia de Carmen se descubre que tenia una congestión generalizada en el estomago, por lo que se ordena un examen toxicológico.
En el examen se descubre que el cuerpo contenía 400 miligramos de cianuro, por lo que había sido envenenada, o sea, gracias a esto se ordena la exhumación de los cuerpos de Lelia Formisano y Nilda Gamba.
Se descubre que tanto el cuerpo de Lelia Formisano y Nilda Gamba contenían restos de cianuro en grandes cantidades y es entonces cuando se expide una orden de detención para Murano.
El 27 de Abril de 1979, es detenida en su casa de calle México y en
los interrogatorios y juicio posterior, nunca acepto su responsabilidad en los envenenamientos.
En 1980 las trabajadoras del Servicio Penitenciario encuentran a “Yiya” desmayada en los pasillos de la prisión, o sea, era un tumor que luego le fue extirpado y logró recuperarse totalmente.

El libro donde Martín Murano relata los asesinatos de su madre
Los informes del caso Murano destacan la manera, casi convincente, de hablar de la acusada pues quizá esto le valió para que en 1982 el juez Ángel Mercado la encontrara inocente de las muertes y ordenó su inmediata libertad.
Pero los familiares de las victimas apelaron y ejercieron una fuerte presión en los medios pues el esfuerzo valió la pena ya que en 1985 la Cámara de Apelaciones la encontró culpable de los cargos en su contra y volvió a prisión.
Fue condenada a Cadena Perpetua, pero gracias a la “Ley del Dos por Uno” -una ley donde cada día que el procesado pasaba sin sentencia firme se debía computar doble- termino solo cumpliendo 16 años.
Mientras tanto el hijo de Murano, Martín Murano, escribió un libro en 1994 donde contaba que su madre le había confesado los crímenes pero aún así, ella siempre negó su culpabilidad.
El 16 de Noviembre de 1995, recupero la libertad después de 16 años de encierro y tras ello se casó con un hombre ciego y vivían con la hija de él, que la echó de la casa por creer que la estaba envenenando.
Fuente: http://zynico.blogspot.com/2016/02/yiya-murano-la-envenenadora-de-monserrat.html
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